Revista Opinión

Una mujer excepcional

Publicado el 25 noviembre 2011 por Romanas
Una mujer excepcionalAnónimo dijo...Como a pesar de los pesares, en no pocas ocasiones, sigo estando de acuerdo con Ud. en muchos de sus planteamientos, voy a intervenir hoy porque me repugna infinitamente que haya gente que aprovechándose de su soledad, quiera enredarlo, como este "personaje" al que dedica su post de hoy. Le dejo unas palabras de Emir Sader, que pintan bien a tal individuo:"Notaron que hay gente, que se dice de izquierda, ¿pero que solo aparece para criticar a gente de izquierda? Nunca contra la derecha, lo que sea que esta haga. Son especialistas en lanzar gasolina en cualquier fueguito dentro de la izquierda.Nunca reconocen victorias, conquistas, avances. Son solo preanuncios de derrotas, traiciones, giros a la derecha –cuya culpa será siempre denunciada como responsabilidad de la izquierda. Adoran las derrotas, cuánto mayor, mejor, porque la culpa es de los otros, no importa que el pueblo sea quién pague el precio.Son excelentes para hacer balances de derrotas, pero nunca saben proponer alternativas y nunca consiguen dirigir proceso alguno. Son siempre críticos. Especies de buitres, especialistas en carroña. Cuervos, que auguran siempre catástrofes.No da para tener respeto por alguien que se dice de izquierda, pero no está en todas las paradas de la lucha contra la derecha. Ahí se quedan quietos, acechando para atacar a la izquierda, sea porque no es suficientemente radical, sea porque no derrotó de forma radical y definitiva a la derecha. Ellos mismos, no son capaces de afectar el poder de la derecha, ni están centralmente preocupados con eso, les importa sobre todo las “traiciones” de la izquierda."No importa quien yo sea.25 de noviembre de 2011 15:59".Ya se me había olvidado esa cultura política tan gigantesca que, si yo hablo de revolución desde arriba, ella viene y me cita a Cánovas o a Sagasta u otro presidente español que ahora mismo no recuerdo, y, si ahora me enfrento, cariñosamente desde luego, con alguien tan inteligente como neutrino, que utiliza una táctica que yo no sé si lo que pretende es desconcertarme aún más, ella viene y me trae una cita de un filosofo brasileño, comunista, marxista, recientemente encarcelado en un país que dicen que es emergente, y que podría recoger, estoy escribiendo “podría”, al pie de la letra la posible conducta de neutrino,  suponiendo que neutrino pudiera ser capaz moralmente de actuar con una muy estudiada premeditación cuando interviene en debates realmente políticos. Y todo esto sin mencionar aquella ocasión en que me dio a conocer una obra de Sigmund Freud de la que yo no tenía ni idea: El malestar de la cultura.Pero yo, como me han reprochado por aquí tantas veces, con toda la razón, soy una máquina de despedir amigo y juro por Dios y por todo lo que ustedes quieran que lo hago involuntariamente, ahora mismo pienso que, a pesar de su promesa de que nunca se iría de aquí, dando un portazo, neutrino se marche también al fin y mi querida y añorada amiga habrá sido la causante involuntaria de esa soledad mía a la que ella se refería en su comentario.Siempre pensé, y lo dije, que era una de las personas más inteligentes que he conocido y una de las pocas también que me ha aportado datos necesarios para completar mi formación  pero, para mi desdicha, un día me sentí “engañado”, así, entre comillas, porque soy demasiado exigente, lo sé, con las personas a quienes quiero.Desde que nos cruzamos en el blog de Saco, creo que nos sentimos atraídos mutuamente por el convencimiento de que el otro/a compartía nuestra inquietud intelectual, creíamos que nos preocupaban los mismos problemas, las mismas cosas y, para mayor suerte yo, por lo menos, pensé también que nuestra ideología política estaba lo suficientemente compartida, pero, sí, hubo un pero, desgraciadamente que se tornó muy importante.Sufro una enfermedad que entra de lleno en el campo de su especialidad, no sé cómo denominarla pero sí que voy a intentar describirla.No creo en la promiscuidad, no ya en la física sino tampoco, y mucho menos aún, en la intelectual. Lo he intentado pero he comprobado que no puedo compartir siquiera la amistad con personas que son proclives a confraternizar con gentes que, para mí, son abominables, y que conste que admito que el abominable, precisamente por esto, pueda ser yo, pero es una realidad.Creo que no se trata de celos ni de envidia sino de algo mucho más profundo, soy muy sensible a todo lo que provoca repugnancia física pero todavía lo soy más aún a la repugnancia moral, no sé si ésta es precisamente la palabra, lo que trato de decir es que no puedo compartir el afecto o la consideración de una persona con un tipo que fuera como Maradona. Éste podrá haber sido el mejor futbolista de la historia pero, personalmente, es un personaje inadmisible porque se rebaja en el terreno del insulto aún más abajo del nivel de las bestias. Entonces, sintiéndolo mucho, yo no puedo compartir las mismas preocupaciones contigo, al propio tiempo que te veía tan contenta compartiendo con un tipo así, sentimientos que yo estaba seguro que no eran sinceros.Seguramente, no tuve, no tengo, nadie tenga nunca derecho a exigirle a otro un tipo tal de fidelidad moral, pero es que yo es lo que siento,  en lo más profundo de mis entrañas, no puedo convivir con gente que va por ahí, ordenando a los demás que se la mamen, y tampoco puedo compartir escenario moral con gente que conviva con tipos así.No es, pues, por casualidad que a mí tuvieran que echarme de un chat en el que la mayor parte del tiempo una serie de señores, aparentemente, los más inteligentes, los más preclaros, los jefes de manada, los ñus, se pasaban todo el día ordenándole a sus discrepantes que se la mamaran.Y que una persona como ésta a la que ahora mismo me estoy refiriendo, con una cultura tan esmerada en todos los ordenes mostrara una especial predilección por tipos de esta clase, hizo caer todos palos de mi sombrajo particular y lo dije, quizá no debí decirlo, pero lo dije.  Y ella, lógicamente, se dolió.Pero es tan grande, tan maravillosa, tan completa en todos los aspectos, que parece que ha perdonado mi intolerable intromisión en unos asuntos que son de su exclusiva incumbencia. Se lo agradezco infinitamente porque sé, estoy convencido de que no lo merezco.


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