En lo más profundo de su ser, Katty alimentaba el deseo de encontrar el amor verdadero: el que había visto en sus padres. La entrega sin fisuras, el cariño y el respeto que perduran durante toda la vida. Sin embargo, el miedo a un tercer fracaso la coartaba. No deseaba una relación basada únicamente en el sexo y tampoco estaba dispuesta a comprometerse con el primero que le ofreciera amor eterno. Era consciente de que la convivencia resultaba difícil y terminaba convirtiendo a los príncipes en sapos. ¿Dónde encontrar al bueno? Ése era el dilema que Katty no sabía resolver. Las salidas nocturnas con sus amigas habían dejado de satisfacerla. Esaba casada de pasar las noches bebiendo en los bares con lel deseo de conocer a alguien interesante... Y de volver sola a casa porque nunca aparecía el caballero adecuado...
Su aventura con el ejecutivo que conoció en el espacio virtual no llegó a resultar LA DECEPCIÓN DE KATTY LLOYD , pero le abrió las puertas a un mundo que adivinó fascinante, lleno de expectativas y hombres solteros a los que merecía la pena dar un voto de confianza... Así que cada noche, después de cenar, se acomodaba en el sofá con el portátil sobre las rodillas y se ponía manos a la obra. Mujer guapa y culta, el perfil que colgó en varios portales de relaciones recibía cientos de peticiones masculinas. Katty desechaba a los que no le gustaban físicamente y a los queescribían con faltas de ortografía. “Los incultos no me interesan aunque sean guapos”, comentaba riendo a sus amigas. Y aun así, seguía teniendo largas listas de aspirantes a conocerla.
Una noche aceptó la invitación de un hombre de negocios de Valencia que asistía a un congreso en Madrid. La citó en su hotel y, después de invitarla a cenar en un restaurante cercano, le pidió que subieran a la habitación. A Katty no le sorprendió la propuesta. Para algo estaba allí. El caballero era alto, apuesto y buen conversador. Lo había escogido después de seleccionarlo entre una veintena de candidatos finalistas, y tras llevarse varias horas chateando con él. Sin embargo, la decepcionó. Le regaló una noche de sexo tórrido y ansioso que le proporcionó un par de orgasmos. Nada más. Puro sexo. Precisamente, lo que ella no buscaba. Necesitaba sentir algo más y siguió dándole a la tecla. Se apuntó en una web que ofrecía relaciones estables y no tardó mucho en encontrar un nuevo pretendiente. Se trataba de un galán de edad similar y nivel académico equivalente al suyo. Solo había un pequeño inconveniente: el caballero era de su misma altura y ella estaba acostumbrada a salir con tipos que le pasaban la cabeza. Además, tenía que solventar otro dilema: la voz. Temía que el elegido pudiera tener voz de pito y esa posibilidad la desconcertaba. Necesitaba descartarla y le propuso que la telefoneara y le preguntara lo que quisiera. Ella haría lo mismo con él y así podrían conocerse mejor antes de la cita en el mundo real. El aspirante aceptó y pasó la prueba. Katty comprobó que tenía una voz agradable y, como ya lo conocía por la foto colgada en la web, aceptó citarse con él para ir al cine. Ilusionada, pensaba que la falta de altura, tratándose de un hombre guapo y culto, era un mal menor. “Si me pongo unos zapatos planos no llegaré a sobrepasarlo”, pensaba sonriente mientras escogía un estilismo apropiado para el encuentro. Optó por un traje de chaqueta y pantalón color tierra. “Sencilla a la par que elegante”, se piropeó frente al espejo minutos antes de salir...
Los hechos que acabo de relatar ocurrieron ayer. Desconozco el desenlace porque mi amiga Katty todavía no me ha llamado para contármelo. Espero, queridos lectores, poder ofreceros más detalles mañana...