Restos de la muralla romana aparecidos en la calle Sierpes. FOTO: EL CORREO DE ANDALUCÏA
Este muro también ofrece información fiable del límite de la ciudad. El río de entonces (El Baetis romano) era muy diferente al de hoy, un río muy mediterráneo y tan vivo como para ir paulatinamente desplazándose lateralmente en sentido Oeste hasta su ubicación actual, tal como se refleja en las investigaciones del profesor Francisco Borja.Así lo explica Álvaro Jiménez, arqueólogo de la empresa Arqueópolis, que junto a Pablo Oliva, se encarga de las catas preceptivas en cada lugar del distrito Casco Antiguo donde está previsto el soterramiento de los contenedores de acuerdo con los planes del Ayuntamiento.
OPUS CAEMETICIUM
La estructura romana que han hallado Jiménez y Oliva presenta la singularidad de ser del conocido como hormigón romano (opus caementicium). Se trata de un tipo de material hecho de mortero y de piedras de todo tipo (de residuos, fundamentalmente) que tiene la apariencia del hormigón actual. La mezcla se hacía a pie de obra, alternando paladas de mortero con guijarros. Este hormigón tiene un revestimiento de sillares que es el que se encontró ayer a una profundidad de entre 2 y 4,5 metros.
La estructura romana está reaprovechada en el siglo X, en la Sevilla Califal. Jiménez considera que la estructura romana debió ser muy potente, tan es así que pervivió y fue reutilizada, sobre todo como estructura de defensa tras la invasión vikinga que sufrió la ciudad a mediados del siglo IX. El sitio y la entidad de los restos encontrados hacen de este hallazgo un vestigio "muy importante" que, en primera instancia, ofrece una conclusión clara: "Estamos ante la estructura de la Sevilla romana más al oeste de la ciudad, no olvidemos que el río estaba en Sierpes, que estamos refiriéndonos a una época en la que el puerto fluvial está en auge. UN RÍO VIVOMuy probablemente el modelo actual de división tradicional de separación entre Sevilla y Triana no existía, porque este río era de unas características muy distintas al de hoy. El Guadalquivir es un río vivo, que se ha movido". La datación en el siglo I se puede producir por los restos de relleno de cerámica posteriores de los que se tiene seguridad que son del siglo II.
La obra de soterramiento de los contenedores se modifica levemente en el caso de la Campana para no afectar en ningún caso a los restos hallados. Ninguno de los sillares será destruido ni sufrirá por la instalación de los recipientes de recogida de basura.
Con motivo de este hallazdo, Jiménez recuerda las investigaciones del profesor Francisco Collantes, padre de la Arqueología sevillana, cuando en los años 50 de la pasada centuria ya descubrió unos muros de sillares entre la calle Orfila y la Campana.
(Fuente: Diario de Sevilla / Carlos Navarro Antolín)