Han sido días extraordinarios. Hace muchooo tiempo que no pasaba una Navidad libre en casa. A través de los años he tenido mis vacaciones pero, siempre estuve pendiente al teléfono o al correo electrónico por la naturaleza de mi trabajo anterior.
Ahora que estoy en mi hogar todo fluye. Levantarme, pasar un día tranquilo y acostarme sin preocupaciones es una de las mayores recompensas que me ha dejado el 2014. Sobre todo después de lo que viví con la salud de mi niño. Llegó un momento en que el estrés no me dejaba vivir y lloraba muy seguido. Cuando el trabajo se combinó con la enfermedad de mi hijo, fue una bomba. Así que renunciar fue el primer paso para reencontrarme y comenzar nuevamente.
Me satisface saber que tomé una excelente decisión. Ahora de verdad estoy disfrutando tiempo de calidad con mi hijo y mi esposo. Salir, compartir, hablar, reír y vivir como me gusta... en paz.
En este año hemos superado juntos, en familia, muchos retos. Los problemas de salud de mi Coco quedaron atrás, comparto más con mi pareja y comienzo el año con un nuevo reto profesional.
Además, tuve la visita de mi mamá que viajó a Puerto Rico para pasar el Día de las Madres conmigo y su nieto y también he cultivado más la relación con mi papá.
Estoy agradecida.