Últimamente me da la sensación de que llego tarde a muchas cosas, y es que para ser sincera antes del verano me agobié con tantas iniciativas que se apoderó de mi una gran apatía lectora y reseñadora. Me vino bien desconectar el mes de agosto, y me dediqué a leer a mi ritmo, en parte porque viajaba en transporte publico y no había forma de compaginar tiempos, así que la espera en compañía de una buena historia se hacía más soportable. Volví a retomar el gusto por la lectura y me plantee el ir poco a poco y sobre todo embarcarme en menos lecturas conjuntas, para que leer no dejara de ser un placer.
Hubo algo que no cumplí en aquellos días de desconexión y es que prometí preparar las reseñas de los libros que leía para a la vuelta compartirlos, sobre todo aquellos con los que había adquirido algún compromiso que eran la mayoría de los que había disfrutado, pero heme aquí a mediados de noviembre y con las reseñas aún a cuestas.
Hoy he decidido ponerme las pilas de nuevo, al menos en el día que me ocupa, ya veremos lo que me dura el firme propósito, y he decidido empezar con un libro al que le debo mi reseña. Una niña Estadísticamente feliz me tocó en un sorteo que hizo Kayena allá por el mes de mayo. Lo vi tan fino, tan elegante, tan corto que decidí guardarlo para cuando tuviera una tarde entera a mi disposición, y así poder disfrutarlo. El tiempo iba pasando y la ansiada tarde no llegaba, en el mes de agosto decidí que no iba a postergarlo más y si no podía leerlo en una sentada lo haría en dos, era inútil luchar contra Kronos.
Y no pude dedicarle una única sentada a pesar de sus pocas páginas, de su letra grande y sus margenes generosos. No quiso la diosa Fortuna tocarme con su varita mágica y otorgarme un par de horas de asueto porque estoy convencida de que con eso me hubiera bastado y tuve que dedicarle tres tardes, tres miseros ratos que me supieron a poco y que me hicieron coger de nuevo el libro hace una semana, una tarde lluviosa en que salir de casa era impensable y en la que cada uno se distrajo como buenamente pudo.
Pero no voy a adelantar mis impresiones, vamos a ir por partes, a ordenar las ideas, para que la exposición quede lo más clara posible.
La autora
Mildre Hernández Barrios nación en Sancti Spiritus, Cuba, en 1972. Ha dedicado su obra a niños y adolescentes. Galardonada en su país con los premios: Elíseo Diego Pinos Nuevos, Abril ( en tres ocasiones, con la Rosa Blanca, Regino Boti y Hermanos Loymaz). Finalista en el Hispanoamericano de Poesía infantil en el año 2004 en Méjico y Libresa en 2009 en Ecuador. Es una autora superventas en Cuba y otros países hispanoamericanos.
Los datos están extraídos de la contraportada de la novela.
El libro
No he disfrutado de ningún otro ejemplar de esta editorial, pero nos encontramos ante un libro como he dicho antes elegante en tonos color tierra, con una niña vestida de blanco oteando la ciudad desde una azotea. La ilustración de la portada es preciosa, creo que toda una declaración de principios.
Pero no es lo único que llama la atención el libro es muy corto, y sin embargo las guardas están hechas en cartón duro de alta calidad, al abrir el libro encontramos con papel de color anaranjado que cubre las guardas ya las protege y a la vez nos da la bienvenida y nos despide de la narración.
Seguimos avanzando y todavía una hoja de color crema nos separa del Ex libris que no he sido capaz de utilizar por no mancillar el libro y todavía unas páginas más nos separan de una cita de Tolstoi que bien podría resumir la filosofía de este libro.
"Mi felicidad consiste en que se apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo "
Precede la cita una foto de un ramo de calas blancas que bien podría representar la pureza de la niña protagonista de esta historia de amor y superación.
Una vez superada esta fase lo que más llama la atención cuando nos sumergimos en la lectura propiamente dicha es la letra, de un tamaño grande, que tan bien sabemos apreciar los que tenemos problemas de vista, puesto que los ojos terminan resintiéndose. Podría leerse durante horas una letra de este tamaño sin que estos acusaran en exceso el esfuerzo realizado. Acompaña a esta letra unos margenes generosos que ayudan a una lectura reposada y placentera y como no las reflexiones de la muchacha y la fina ironía, pero esto es harina de otro costal. La autora utiliza vocabulario típico de la isla, que la editorial tiene a bien explicar en notas a pie de página que te hacen más placentera la lectura.
El libro es estructura en veinte capítulos cortos, sin numerar y con títulos independientes. No nos encontramos ante una historia lineal si no ante reflexiones de una niña, que bien podrían leerse en otro orden y que te llevan de un capitulo a otro, de tal modo que cuando tenía que soltarlo me daba una rabia tremenda. Es ideal para releer en ocasiones, porque siempre levanta una sonrisa y nos lleva a la reflexión.
Cuando llegas a la última línea Cuasi te deja huerfana, te duele dejar a una niña dotada de una agudeza tan especial y al mismo tiempo tan inocente, le coges un cariño tremendo y apetece mucho seguir disfrutando de su forma sencilla de ver la vida, sin las complicaciones que nos imponemos los mayores y que sin duda les hacen la vida un poco más difícil a los niños.
Aunque esta lectura esta enfocada al público infantil y juvenil, pienso que es muy recomendable para los adultos, quizás de esta manera seamos capaces de ver cuan fáciles son las cosas que nos empeñamos en afear a base de prejuicios.
El argumento
No es fácil hablar de este libro sin descubrir cosas. Nos encontramos ante una niña de diez años, una preadolescente que ha tenido que madurar y que sin embargo todavía guarda mucho candor en su forma de actuar. Nuestra protagonista se llama Cuasi Negrin Blanco, un nombre que le da armonía y equilibrio, es una niña mulata, como ella dice casi negra, casi blanca. Desde la separación de sus padres Cuasi vive con su mamá y con su pareja. Hasta ahí todo entraría dentro de la normalidad de otros niños cubanos, si no fuera porque Cuasi tiene dos mamás. Y lo que para ella es motivo de una dicha extrema, los mayores que la rodean no son capaces de verlo de ese modo. Por lo que recomiendan a su mama llevarla a terapia para superar un trauma que ella no vive. Estas sesiones de terapia con otros niños de su misma edad aportaran mucha hilaridad al texto y nos harán sonreír.
Mis impresiones
Me ha sorprendido al destreza de Mildre para colocarse en una mente infantil. El libro esta narrado en primera persona por Cuasi, ya he comentado que no es una historia lineal sino reflexiones sobre lo que le acontece día a día, en la escuela, en casa, en la terapia. El estilo es sencillo y fluido y el lenguaje muy adecuado a la edad de la protagonista, y ello dota a la narración de una gran credibilidad.
El entorno en el que se desarrolla es un barrio pobre y marginal de Cuba, y sin embargo a pesar de las muchas carencias, Cuasi es una niña feliz, se siente afortunada de tener dos mamás y medio papá, aunque a este último prefiere tenerlo lejos, sobre todo de su mamá primera.
De una forma sutil y elegante trata el tema de la homosexualidad femenina, de las parejas que tienen hijos, contraponiendo el como viven los niños la situación y como los mayores se empeñan en hacerles la vida difícil, a veces me pregunto si alguien piensa el daño que se les puede hacer a esos niños, e incluso a las personas que viven esa situación.
Establecemos normas y convencionalismos que no siempre nos hacen la vida más fácil y a partir de ahí todo el que no entre dentro de los cánones es digno de reprobación. Sin embargo no es el único tema que trata, también el alcoholismo, el abandono paterno o materno, en la terapia de grupo encontramos diferentes situaciones y la forma de encarar los niños el problema. Cuasi es una niña pizpireta, que no comprende que hace en una terapia sin embargo lo pasa bien con sus compañeros y trata de ayudarlos, además de poner en un brete a su terapeuta que muchas veces camina un paso por detrás de su aguda mente.
Mildre hace gala de la ironía a lo largo de toda la narración, para que encajemos verdades como puños con una sonrisa, y tengamos la necesidad de abrazar a la protagonista que bien podría ser cualquier niño que nos rodea, puesto que en sus mentes los problemas son más sencillos y las resoluciones factibles. Compartir el tiempo con Cuasi y la ternura que destila es un lujo, que bien merecería la pena consumir. Lo he leído un par de veces y seguro que no será la última, escondidas entre líneas hay toda una lección de vida que a los adultos nos haría falta aprehender y a los niños conservar.
Conclusión
En un libro tan corto y con una protagonista absoluta no puedo adentrarme en un análisis de personajes puesto que tan sólo tenemos unas pocas pinceladas que nos proporciona la misma Cuasi. Mejor os propongo acercaros al libro en cuestión, es una delicia para los sentidos, desde la cuidada y lujosa encuadernación para los tiempos que corren, hasta las reflexiones que se esconden en sus líneas y escondidas entre ellas.
Esta delicia de libro se lee en poco tiempo y al terminarlo te sentirás huérfana, desearás tener a Cuasi a tu lado y que siga desgranandote su día a día y su particular modo de ver la vida.