Una noche como ésta mis vecinos se pusieron a aullar.Supe que habían empezado dos o tres, después se fueron sumando algunos más, y a las horas ya no se detenía.Mucha gente se contagió el aullido, y a la semana ya andaban por arriba de los techos.Después comenzó a costar salir a cualquier hora. Acto seguido empezaron los saqueos. Lo difícil era bajarse del auto y llegar hasta el interior de la casa; había que ser rápido para poder entrar.Luego nos empezaron a matar, atacaban impunemente en cualquier momento. Y después, por algún motivo, se empezaron a comer entre ellos.Al tiempo hubo un silencio mortal…
Más tarde el sol brilló.