El jueves de la semana pasada hice escala una noche en Seúl antes de volar a España para pasar las vacaciones de Navidad. Era la primera vez que viajaba a Corea del Sur y uno de mis propósitos era visitar a mi amigo Manolo, al que hacía mucho tiempo que no veía. Antes de volar Manolo me dio instrucciones precisas para llegar desde el aeropuerto a su casa y esperarle a que saliera del trabajo para ir a cenar.
No fue nada difícil encontrar su casa con la información que me había dado, estaba en el centro. Nada más llegar con las maletas me llevé una sorpresa al ver colgado en la pared del piso de Manolo un papiro rojo de Ông Đồ con el poema escrito en vietnamita que le había regalado hace dos años, me hizo mucha ilusión que lo conservara de adorno.
Tras descansar un poco del viaje a media tarde ya estaba preparado para salir así que llamé a Jairo para que viniera a buscarme, a Manolo todavía le quedaban unas horas en el trabajo así que le esperaríamos tomando unas cañas.
Fuimos hasta HONDAE, una zona de ambiente universitario de Seúl donde la gente sale a cenar, de norebang (karaoke) y de discotecas. Empezamos tomando unas cañas para ponerme al día con Jairo de lo que se cocía por Tokio tras su marcha y al rato Manolo nos llamó para decirnos que iba a retrasarse un poco y que podíamos ir cenando. Así que algo hambrientos buscamos un restaurante de comida local. Yo por supuesto dejé todo en manos de Jairo para que pidiera la cena. Empezamos con unas chuletas de cerdo a la plancha y de segundo vino un revuelto de carne con kimchi que estaba realmente delicioso pero que era muy picante.
La gastronomía de Corea cuenta con muchos tipos de platos de carne a la plancha o a la parrilla y es característico servir en la mesa infinidad de platillos con salsas y condimentos para acompañar la carne; el más conocido de todos es el kimchi, de sabor salado y picante. Llaman también la atención los palillos redondeados de metal, en contraste con los palillos cuadrados de madera que se utilizan en Japón. Por último, no faltó pedir cerveza local Cass y el popular Soju, una bebida destilada hecha de arroz típica de Corea.
La cena nos salió por unos 10 euros cada uno, incluyendo la cerveza y el Soju. Yo le recordé a Jairo que de no estar en Seúl sino en Tokio esa cena nos hubiera costado el doble o el triple y él me dio la razón. Por lo que contaba parecía que salir a cenar en Corea era más parecido a Vietnam que a Japón en cuanto a precios.
Después de cenar vinieron las copas y para sorpresa descubrí que los precios de los cócteles también eran la mitad de baratos que en Japón, unos ₩3,500 que al cambio son ¥250. ¡Que alguien me diga por favor dónde encuentras una copa por ese precio en Tokio!
A la hora de las copas apareció Manolo, qué alegría verle después de tanto tiempo y qué bueno ver que este malagueño no ha perdido un ápice de gracia después de llevar tantos años fuera de España.
Estuvimos recorriendo los bares de la zona y mientras terminaba de ponerme al día con Manolo llegamos al CLUB M2, una de las discotecas más animadas de Seúl, estaba a rebosar un jueves.
Me lo estaba pasando genial saliendo de marcha con estos dos. Otra de las impresiones que me llevé es que en Seúl había muchos menos extranjeros que en Tokio y que las coreanas son más lanzadas que las japonesas a la hora de hablar con un extranjero, ¡qué risas que te paren por la calle y te echen piropos!
Terminamos no demasiado tarde que Manolo tenía que ir a trabajar al día siguiente. Me quedé durmiendo en su casa y por la mañana me levanté para ir al aeropuerto a la misma hora que él se iba para el curro. Esa noche había nevado bien y estaba todo blanco.
Embarqué a la hora prevista pero el avión se retrasó bastante en el despegue porque las máquinas tenían que despejar la nieve de la pista. 14 horas después aterrizaba en Madrid Barajas donde me esperaban mis amigos que habían venido a recogerme.
Me pareció más que una noche el tiempo que pasé en Seúl. Apenas unas horas habían sido suficientes para recoger impresiones de un país que poco tiene que ver con Japón, al contrario de lo que podía pensar. Después de las vacaciones intentaré pasar algunos días más antes de regresar a tierras niponas para explorar y conocer más de Corea del Sur y su capital Seúl.
Muchas gracias a Jairo y a Manolo por su hospitalidad durante el tiempo que estuve allí de visita.