Revista Opinión

Una nueva dosis de corrección política hollywoodense, seis años después

Publicado el 01 abril 2019 por Carlosgu82

La ganadora del Óscar “Green Book” repite la fórmula de “12 años de esclavitud”, con predecibles idénticos resultados.

En California y la comunidad artística en general, y en el circuito cinematográfico de Hollywood en particular, el progresismo político y la defensa de los derechos de las minorías parece ser carta ganadora. La interesante película “Green Book, una amistad sin fronteras”, interpretada por un inédito Viggo Mortensen (¡qué lejos quedó Aragorn!) y por Mahershala Ali, repite la fórmula con la que “12 años de esclavitud” llegó a la cúspide de los premios Óscar en el año 2013, narrando las desventuras de un afroamericano del norte estadounidense al adentrarse en el sur retrógrado.

Pese a transcurrir en tiempos históricos diferentes, ambas películas abordan las dificultades que los personajes de color, respetados en el norte industrial y progresista de EE.UU, sufren al incursionar en estados del sur, tales como Georgia, Alabama, Carolina del Sur y Luisiana. La segregación, discriminación y explotación por parte de los blancos se suma al rechazo de la propia población negra, incapaz de aceptar pares con otro status social.

Las similitudes siguen si uno analiza las simpatías que los sufrientes personajes generan en el público, aunque estas no son inmediatamente trasladables a los afroamericanos con los que los personajes se topan en su derrotero, los cuales sufren males inclusive peores. El espectador negocia así con su conciencia y brega por la “liberación” de los personajes principales, los cuales entiende como injustamente castigados, merecedores del retorno inmediato a la “civilización” que representa Nueva York, de la cual nunca tendrían que haberse ido.

La sensación que “Green Book” y “12 años de esclavitud” deja es entonces de corrección política light. Una mirada leve del ojo crítico civilizado sobre ese mundo de barbarie y explotación que dominó durante más de un siglo al sur de los Estados Unidos. El glamour hollywoodense festeja así, en tiempos de Trump, la corrección política y se embarra levemente los pies mostrando un inframundo del cual propone huir, más que cambiar.


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