Revista Expatriados

Una nueva etapa

Por Spanierin

Monete y yo nos encontramos en plena fase de adaptación a la guardería. Bueno, en realidad a esta edad aún no se define como guardería sino como Krabbelgruppe (krabbeln = gatear + Gruppe = grupo), lo cual no quiere decir que los mochuelos se desplacen gateando, si no que aún no han cumplido los 3 años de edad. En esta parte del mundo, ése éste él primer requisito para acceder a la guardería. Pero del sistema escolar ya hablaré en otro momento, cuando lo tenga algo más dominado...

Un año entero nos costó conseguir esta plaza

. Y por fin llegó la hora de comenzar la adaptación. La que hacen en este sitio en concreto dura alrededor de tres semanas. Durante la primera de ellas, tuve que acompañar todos los días a Monete a la (llamémosla por comodidad mía) guarde y quedarme allí dentro una hora. Mi cometido principal era sentarme en una silla y estar presente, por si acaso. Parece sencillo, pero sentarme una hora sin hacer nada después del turno de noche en el trabajo, activa y multiplica la fuerza de la gravedad de mis párpados. Un desastre.

La segunda semana intenté sentarme al borde de la silla, esperando mantenerme así despierta. Sin éxito en la mayor parte de los casos. Mi nueva función durante estos días ha sido estar dentro del aula una hora, salvo al final, que tenía que irme cinco minutos y después volver para que Monete entienda que, aunque esté allí dentro sin mamá, yo siempre vuelvo. El primer día lloró a pleno pulmón durante todos esos cinco minutos, como si no hubiera un mañana. El segundo día se arrancó a llorar, pero trataron de desviar su atención tocando unas canciones con la guitarra - con éxito, de hecho. Y el tercer día me dijeron: nos vamos todos a esta otra sala, vamos a probar a ver si quiere venirse... Y al cabo de media hora volvió... Porque ya había pasado la hora de rigor, si no, allí seguía.

Moraleja (que yo ya sabía) : si Monete está a lo suyo y no se entera de que me voy o no estoy en general, es la persona más feliz del mundo. Pero si me ve irme entra en pánico.

Les propuse a las pedagogas de la guarde irme esos cinco minutos sin decir nada, pero me dijeron que no es recomendable hacer eso en ningún caso, porque entonces la criatura sí podría pensar que no voy a volver y el disgusto sería mayor.

Mañana comenzamos la tercera semana, en la que yo me voy más rato y Monete se queda más tiempo allí... ¡Ya veremos! ¡Deseadnos suerte!


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