Víctor Sancho, corresponsal en Washington, cómo Obama combatirá el EI/ Cedida por Victor Sancho
En las vísperas del 11-S, trece años después de los atentados más mortíferos en suelo estadounidense, su presidente Barack Obama anunció la nueva estrategia del país para luchar contra los combatientes yihadistas del Estado Islámico (EI). Tras estos trece anos, además, vivimos las consecuencias de las guerras impulsadas por la administración George Bush en Afganistán (2011) e Irak (2013). Víctor Sancho, periodista residente en Washington, nos desgrana cuál es la estrategia actual de Obama. Sancho, quien trabajó más de dos años para la Agencia Efe en Bolivia, hace dos años y medio que vive en Estados Unidos. Es autor del blog Burros y elefantes sobre las pasadas elecciones estadounidenses y, actualmente, es corresponsal del diario El Punt Avui en la capital estadounidense.
Cuáles son los principales puntos claves de la estrategia de Obama para combatir el EI?
Hace menos de una semana, Obama dio detalle en un discurso de los cuatro puntos en los que se iba a basar su estrategia: (i) seguir con los bombardeos en Irak y ampliarlos a Siria, (ii) enviar más fuerzas especiales para defender intereses norteamericanos y entrenar a las fuerzas kurdas, (iii) liderar una coalición internacional para trabajar conjuntamente, en especial en temas de inteligencia, y (iv) continuar con la ayuda humanitaria. Escondidos en estos pilares básicos está la realidad de la estrategia de Obama: estar en guerra sin estarlo.
Entonces, se pude decir que Obama está en guerra.
Hasta finales de la semana pasada la administración Obama no se atrevió a decir que está “en guerra”, así literalmente, y sólo ha aceptado utilizar estos términos por la presión de la opinión pública y la imposibilidad de defender las razones por las cuales no se podría decir que los Estados Unidos están en combate. En gran parte, porque Obama siempre ha sido “el presidente pacifista”, el que no quiere ser como su antecesor George W. Bush culpable de las últimas guerras de Irak y Afganistán, el que ganó un premio Nobel de la Paz en 2009. Por eso la urgencia (y necesidad) de crear una coalición internacional que le apoye en esta cruzada: si el mundo viera de nuevo como los EEUU, de forma unilateral, volviera a Oriente Medio para demostrar su poderío militar, las imágenes nos remitirían de nuevo a los momentos posteriores al 11-S. Y eso Obama no se lo puede permitir. No, si quiere mantener su imagen antibelicista opuesta radicalmente a su predecesor. Pero a la vez es y seguirá siendo “el líder del mundo libre”, por lo que mantenerse al margen de las atrocidades que se están llevando a cabo en Oriente Medio, sin actuar, también jugaría en su contra. Le toca balancear y manejar las dos caras de su figura.
Obama no va enviar soldados sobre terreno. ¿Se puede hablar de un nuevo modelo de guerra?
Estados Unidos tiene aún tiene algunos soldados en Irak y anunció que enviaría 475 más, lo que elevará el número de tropas en territorio iraquí a 1.600 efectivos. Otra cosa es que entren en combate sobre el terreno, a lo que Obama se ha negado por activa y por pasiva. No sé si es un nuevo modelo de guerra o la única estrategia que puede llevar a cabo la Casa Blanca dado el contexto con el que se encuentra: enemigo casi desconocido y muy móvil y un presidente que ganó las elecciones, en parte, por su gran oposición a cualquier intervención militar en cualquier país del mundo. El dolor que ha causado en la sociedad norteamericana las bajas en las recientes guerras en Afganistán e Irak todavía es latente y siempre se hace referencia, y regresar a esos tiempos lleva al recuerdo de una etapa del país oscura, unilateral, pretenciosa y soberbia. Los Estados Unidos de Obama quieren un lavado de imagen y no quieren una “guerra” corriente –de ahí la negativa inicial de calificar de “guerra” la situación actual. También cabe la posibilidad de usar drones y otros artilugios militares que pueden ser usados sin necesidad de movilizar efectivos.
El presidente de los Estados Unidos contempla también bombardear los puestos del EI en Siria. El règimen de Bachar al Asad se muestra contrario que ataquen en su territorio. ¿Esto puede complicar más la situación tanto del conflicto sirio como en la región?
Son dos cosas diferentes. Bombardear Siria es una decisión complicada porque es una pelea doble: contra el EI y contra el régimen de al Asad. De hecho, quedó clara en la propuesta de estrategia para acabar y destruir los yihadistas que el bando al que los EEUU van a apoyar en Siria es el de los opositores/moderados. El Congreso negó el año pasado a Obama, por estas fechas, bombardear Siria, y el presidente norteamericano aprende de sus errores y no va a proponer lo mismo. Los bombardeos serían sólo contra las posiciones del EI y entrenará y armará a los opositores rebeldes sirios (todo a la espera de que el Congreso dé su aprobación, que se espera para esta semana). En ningún momento se ha hablado de una posible actuación contra al Asad, pero a nadie se le escapa de la magnitud de las actuaciones que puedan llevar a cabo los marines en territorio sirio.
Y esto puede repercutir en Irán, el único aliado de Siria en la región.
El caso de Irán es complejo. Por una parte es cierto que es aliada de al Asad, pero por el otro es enemigo público del EI. Esta dualidad hace que no se sepa bien qué pasa con Irán: tanto es así que el líder supremo iraní tuvo que salir a decir que “no iba a colaborar” con los EEUU a pesar de que se les solicitó ayuda. Todo esto para decir que la situación en Siria ya es muy compleja, por lo que la presencia de Estados Unidos en el terreno y las implicaciones se verán al medio plazo.
Obama explicó su estrategia justo en las vísperas del 13 aniversario del 11-S. Es un reflejo que las políticas de Estados Unidos en la zona, que incluyen la guerra de Afganistán e Irak, han sido un fracaso.
Fracaso o no, la situación en Oriente Medio es compleja y tensa. La sensación que tengo es que el pensamiento de la administración con respecto a la situación ha evolucionado: si antes se creía que con poner los tanques todo iba a cambiar, ahora se trata más de acompañar, entrenar, casi “paternalizar” el proceso de cambio en la región. La injerencia norteamericana, antes militar, ahora es mucho más diplomática, y el ruido que eso genera, a nivel mediático, es mucho menor y, sobre todo, menos costoso. El último ejemplo: la creación del nuevo gobierno en Irak, dictado y guiado por los EEUU.
A parte de eso, es probable que el recrudecimiento tenga que ver con la historia bélica de la región, y en ella tiene mucho que ver el ejército norteamericano. Aunque también hay que tener en cuenta que el movimiento actual del EI es distinto a los anteriores: una cosa era el islamismo de grupos como Al Qaeda y, otro, el radicalismo sectario del EI, que incluso se enfrenta a otras facciones musulmanas.
Obama busca aliados internacionales para combatir el EI y, además, huye de un enfrentamiento en terreno con soldados estadounidenses. Crees que con esta nueva fórmula Estados Unidos ahora puede tener éxito.
Antes de nada, habría que recordar que Obama, en un perfil publicado en The New Yorker en enero, subestimó a los yihadistas del Estado Islámico (EI) diciendo que nunca llegarían a la amenaza que había sido Al Qaeda porque sólo se dedicaban “a luchas y disputas locales, muchas veces sectarias”. El paso de los días ha demostrado que sus aspiraciones son mucho mayores.
Ahora, Obama tiene la difícil situación de tener que actuar sin querer hacerlo. Y, para eso, lo mejor que puede hacer es camuflarse entre la “intervención internacional”. La imagen es fundamental, y exponerse a quedar retratado como el nuevo Bush es inadmisible no solo para él sino para todo el Partido Demócrata y el país en general.
Cómo ha afectado el asesinato de los dos periodistas a la sociedad estadounidense.
El asesinato de James Foley y Steven Sotloff han servido para poner cara a lo que está pasando en Irak y Siria. El poder de la imagen es vital en los conflictos del mundo actual, y la fuerza de ver a dos norteamericanos vencidos, resignados, arrodillados al terrorismo, hace daño al corazón patriótico de todos los ciudadanos estadounidenses. Personalizar el conflicto ayuda a interesarse en lo que pasa, a querer conocer más, y, con eso, generar una corriente de opinión pública con reclamos y peticiones específicas, con posiciones firmes sobre cualquier tema. Los casos de Foley y Sotloff, y en menor medida el reciente del británico David Haines, conmocionan a la sociedad, sin lugar a duda. Y se demuestra en las encuestas: si antes de la decapitación de los periodistas el EI no aparecía en las preguntas; tras la difusión de las imágenes, el 90% de la población considera al EI “una amenaza real” no solo para Oriente Medio, sino para el propio territorio nacional.
Desde algunos sectores, se ha criticado Obama porque consideran tibia su estrategia contra el EI. Crees que en general los estadounidenses la apoyan porque no quieren ver como sus soldados vuelven a Oriente Medio o piensan que el mandatario debería ser más contundente.
Como dije antes, Obama, el “líder del mundo libre” y presidente del país más importante del mundo, está en el punto de mira de todos, y haga lo que haga tendrá sus favorables y sus contrarios. Pero la verdad, y quizá sea algo muy personal, es que la sensación general es de satisfacción con lo que está haciendo el presidente. A un mandatario se le pide liderazgo y ponerse al frente, y Obama lo está haciendo. Con más o menos contundencia, pero lo está haciendo. Además, el sentimiento patriótico y el apoyo al presidente en momentos de “crisis” es básico en la sociedad norteamericana, y tanto demócratas como republicanos acompañarán, con sus divergencias y matices, al presidente. No hay posiciones “partidistas”: o defiendes la libertad del mundo o “eres un traidor”. Y, en esa elección, no hay dudas.
Núria Segura Insa