Revista En Femenino

Una Nueva Mirada sobre La Violencia de Género

Por Nasreen_amina
Una Nueva Mirada sobre La Violencia de Género

Basta de Violencia, contra todo Género

Comparto con ustedes “Fragmentaciones y Particularizaciones en el Análisis de la Violencia de Género”, Ponencia presentada por Marcos Pérez y Ernestina Liebau, en el II Congreso Interdisciplinario de Género y Sociedad. Córdoba. Argentina,22 al 24 de mayo de 2012, quienes generosamente la han compartido conmigo. Yo se las presento a ustedes, esperando que motive reflexiones y debates sobre el concepto de Violencia de Género.

Palabras clave: poder, sociedad heteronormativa, discurso.

Resumen

El presente trabajo pretende poner en cuestión  el alcance y los límites de la concepción mayoritariamente aceptada de “Violencia de Género” como abstracción conceptual y como  categoría  de análisis y su relación  en la praxis. La primera parte de esta ponencia refiere al campo discursivo. Cómo se enuncia, cómo se nombra y cómo se aborda dicha categoría.

La segunda parte del trabajo explora aspectos específicos inherentes a la violencia de género y cómo incide en la  acción de las Políticas Públicas. Cómo influyen los supuestos en desmedro de las relaciones de pareja  (en sentido amplio) más o menos conflictivas. Se intenta demostrar como dicha categoría no contempla a la diversidad o  dicho de otro modo las excluye y aún las discrimina.

Fragmentaciones y Particularizaciones en el Análisis de la Violencia de Género

En principio nos topamos con la ambigüedad del término “violencia de género”. Existen varios abordajes al mismo. El conceptual por ejemplo, nos acera a la noción de que “La violencia de género es aquella que se ejerce de un sexo hacia otro. Esta definición, no  distingue una única direccionalidad del uso de tal violencia sino que, por el contrario, podrá entenderse como Violencia de Género (VG) aquel tipo de violencia ejercida por cualesquiera de los géneros, que se encuentre en una posición que le permita ejercer una relación de fuerza (entiéndase poder) superior al otro,  y  la haga valer, la haga efectiva, es decir, la imponga.

En la praxis científica, en la órbita de las Políticas Públicas, en la producción de conocimiento y organismos que son “norte”,  la concepción de “VG” es más restringida. En la Declaración de las Naciones Unidas sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, con fecha 20 de Diciembre de 1993, se entiende la misma como violencia contra la mujer y declara explícitamente que “constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, y que la violencia contra la mujer es uno delos mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre”.

Llegados a este punto, debemos aclarar que ambas categorías no son equivalentes, sustituibles o intercambiables. Se evidencia en esta concepción, una única tensión en el uso de la violencia del hombre hacia la mujer, exclusivamente. Queda claro y sin lugar a discusión, que la mayor cantidad de  violencias son ejercidas por hombres en detrimento de las mujeres.

Eva Espinar Ruiz, en su tesis doctoral “Violencia de género y procesos de empobrecimiento” ante la Universidad de Alicante, afirma que “la categoría de género es adecuada para analizar y comprender la condición femenina y la situación de las mujeres, y lo es también para analizar la condición masculina y la situación vital de los hombres. Es decir, el género permite comprender a cualquier sujeto social” Entendiendo el género cómo una construcción social, es decir sujeta a las condiciones socio-histórico-culturales en que se concibe.

Dicho esto, cabe destacar que las largas luchas de colectivos feministas surgida en el siglo pasado, cristalizadas en las décadas de los años 60´y 70´ por mayores derechos de los cuales podemos resumir suscintamente en derechos políticos como el voto femenino, derechos sociales tales como acceso al trabajo y a la educación  en condiciones no sólo de igualdad con respecto a los hombres sino también en condiciones de dignidad en base al respeto inalienable que otorga la “Declaración universal  de los derechos humanos” como así también derechos sexuales y de independencia de los hombres y de las leyes “tuitivas” que las protegían. Es decir, estas valientes mujeres, algunas organizadas y otras más solitariamente, mostraron al mundo la increíble injusticia, discriminación y sometimiento que fueron sometidas durante siglos por el simple hecho de ser mujeres. Es decir, este colectivo de mujeres no solo  mostró al mundo dicha situación de violencia  sino que  trascendieron esa frontera mostrándose al mundo con un discurso de resistencia y oposición al discurso del  patriarcado y machismo.

Una Nueva Realidad

Ahora bien, ese salir al mundo y apropiarse de los espacios que le fueron arrebatados durante siglos y podríamos decir milenios fue en un contexto histórico determinado, que difiere mucho del actual. Los cambios vertiginosos a los que se han visto sometidas las distintas sociedades en un mundo globalizado en los últimos 60 años, no tiene parangón con ningún otro periodo histórico de la humanidad. Si bien se ha avanzado en materia de género en este período, se considera en esta discusión desactualizado el abordaje, ya que se sustenta ideológicamente y en muchos casos metodológicamente, en concepciones histórico-sociales afortunadamente superadas.

Hoy se sigue estas reivindicaciones desde un discurso de la modernidad, donde los ideales y valores no son en nada parecidos a los de antaño. En nuestro país, por dar un ejemplo, podemos citar la sanción o mejor dicho las modificaciones y ampliaciones en el alcance de derechos introducidas en el matrimonio, conocidas como“ley de matrimonio igualitario” o las que  prontamente se verán reflejadas en las modificaciones del código Civil. . Entre otras,  la agilización en el juicio de divorcio, donde hasta ahora, si una de las partes quería el divorcio, debía demostrar que el/la responsable era la contraparte. También, lo referido a las parejas convivientes y una innovación importantísima, los contratos pe-nupciales.

Este conjunto de modificaciones, aportan mayor tranquilidad a las parejas que  no desean contraer matrimonio. Si bien estos avances acompañan en parte a los requerimientos actuales de la sociedad queda un vacío enorme que no da cobertura a un número importante de personas que actualmente son convivientes y sufren VG. Si esos convivientes no son hombre y mujer. ¿Qué lugar recibiría a un varón que es objeto de violencia por parte de su pareja que también es varón? Sí, obviamente puede recurrir a la justicia penal y civil para demandar a su agresor pero no tenemos organismos a nivel municipal, provincial y nacional que se ocupen de la contención, protección y orientación a las víctimas de este tipo de violencia. ¿Por qué estos organismos no están facultados para recibir a estas víctimas?

Una Nueva Propuesta en Torno a la Violencia de Género

Dicho esto, debe quedar claro que hoy es inaceptable hablar de VG como violencia contra la mujer. Si es un error,  debemos los interesados en el tema, subsanarlo  y si  es deliberado, entonces ser conscientes que estamos ante una trampa dialéctica dónde el discurso  sobre VG, se ha convertido en aquello contra lo que luchaba, es decir se ha convertido en un discurso hegemónico, unidireccional, que  linda con la discriminación puesto que supone  la invisibilización, la exclusión de otros actores de la sociedad rotulados como “minorías sexuales” las cuales comparten y padecen las mismas violencias.

En una  teoría de la fragmentación social, es imprescindible hacer circular ciertas categorías, ciertos constructos como existentes en la realidad; etiquetar y rotular a distintos sectores o colectivos de una sociedad tras una mascarada de cientificismo, es una acción deliberada, que tiene como objetivo primordial  atomizar, dinamitar los lazos sociales, y crear un cerco sobre ciertos individuos o sujetos sociales que compartirían ciertas características que los distinguen de otros. Así, encontramos etiquetas tales como gay, lesbianas, trans, bisexuales, por citar algunas. Pero también otras categorías como pobres, pobres estructurales, sin techo, indigentes, clase media. Esta atomización en supuestas minorías construye un “otro” ficticio, falso, pero es presentado como real y, si hablamos de temas sexuales por ejemplo y siguiendo esta lógica, se entenderá como un núcleo reducido de personas con tal o cual conducta sexual como si eso marcara o fuera indicador de alguna diferencia en relación con el  ejercicio más o menos libre de la propia sexualidad y el género que también, mas o menos libremente pueda asumir.

Es curioso que las organizaciones que  luchan por derechos y la diversidad  sexuales, en la actualidad, se identifiquen con la etiqueta que les han impuesto y en una naturalización de las mismas, autoimpuesto. Por ejemplo  las “autodenominadas” comunidades LGTTB O LGTTBI O LGTTBQ, tienen como finalidad principal la defensa de los derechos sexuales de sus miembros y la divulgación de temáticas referentes a sexualidad y género en tanto se pertenezca a algunas de las categorías descritas en sus siglas pero es obvio que hay un contrasentido en cómo se presentan: “en defensa de la diversidad sexual” y como se perciben a sí mismos.

Lo llamativo es que en la diversidad sexual no está incluida la heterosexualidad (elección sexual conservadora) es decir, hay un recorte sobre lo que es diversidad. En las escuelas y otros ámbitos, cuando  se realizan talleres para estudiantes o se capacita a docentes, se presentan estas siglas y se habla del Otro. De otro que no va en el  encuentro sino de otro distante, al que necesito señalar como Otro. Discursivamente, la sociedad heteronormativa habla desde la/su ausencia. Más gráficamente y para dar otro ejemplo asumido en el cotidiano: “nosotros, que somos inclusivos, que aceptamos la diversidad del Otro, hablamos de los otros y no necesitamos  explicitarnos en ese discurso pues se da por sentado que soy la normalidad (entendiendo por éste el colectivo mayoritario). Además porque somos quienes construimos ese discurso.”

También las organizaciones que se comprometen y luchan en favor de la diversidad sexual y la identificación libre de género reproducen mayoritariamente, la lógica discursiva de la sociedad heteronormativa.

Por un lado, adoptan para sí las rotulaciones con que han sido nombradas y además no nombran y aún excluyen a la heterosexualidad dentro de la diversidad sexual. Este punto podría ser visto de otro modo, cómo se auto-excluyen estos colectivos de una verdadera diversidad sexual. Se convierten, entonces, en reproductores inconscientes de la exclusión o de la autoexclusión, según cada perspectiva.

Este tipo discursivo, contiene en sí mismo un tipo de violencia, a la que Pierre Bourdiau denominó “violencia simbólica” como aquella presentada como  natural  y con la anuencia de los sujetos, escondiendo la matriz exclusivamente cultural de la misma, lo que podría enunciarse en “es natural que somos la normalidad” desde un discurso heterosexual y “es lógico que si somos minorías no incluyamos  los que no son como nosotros”.

Entendemos que la lógica supuesta en estos enunciados es la misma, excluir al otro y esa lógica es impuesta culturalmente por la hegemonía dominante.

Un Caso para Analizar

Volviendo a la Violencia de Género  y como esta es concebida y entendida, queda claro  que  una visión desde lo femenino es excluyente y no se hace extensiva y solidaria a las otras parejas que no cumplen o no se corresponden al canon heterosexual.

Por caso, daré una relación compuesta por  una mujer de 67años a quien llamaremos Eva y  su pareja 75 años de edad a quien llamaremos María. Ambas, de Punilla Centro y de la misma localidad. No son, ni han sido convivientes.

La relación de pareja lleva en la actualidad alrededor de 35 años. Eva, es dueña de un comercio  heredado, jubilada como empleada de comercio, con una buena posición económica, soltera, sin hijos. Con casa propia, auto y bienes de cierto tipo que se correspondería con la “clase media-alta”

Por otro lado, María, es viuda, con pensión y jubilada como ama de casa, un hijo y una hija, varios nietas y nietos. Con casa en sucesión y económicamente no le es fácil sostenerse sin ayuda.

En los últimos años la relación se ve resentida aparentemente por que el hijo de María ha vuelto a vivir a la casa materna. Situación que no le resulta  agradable a Eva.

Entre otras conversaciones mantenidas entre quienes escriben estas líneas y Eva se hará referencia a un fragmento, de hace unos seis meses atrás.

Eva: no doy más, María se portó muy mal conmigo luego de la operación, no se quedó a cuidarme cuando salí del hospital.

Interlocutor: que pasó?

Eva:  se enojo porque  cuando vino el médico a darme el alta estaba en la cama, sin ropa y “ella” no estaba ahí para vestirme. Se había ido a casa de su hermana y me tuvo que vestir el hermano (de María) que se había quedado desde la mañana. Y cuando vino “como yo estaba nerviosa” le dije de todo (…) es verdad que la insulté pero no era para que se enoje  tanto.

Interlocutor: y vos qué pensás?

Eva: que  como me va a dejar, esto no  puede ser si yo le paso plata para que esté conmigo y me cuide no para que se vaya a charlar a lo de su hermana. Encima me pidió más plata  y le di. Tantos años juntos y me paga con esto. No sabés la cantidad de cosas que le compré para que tenga en su casa; televisor, muebles y hasta le pago la mitad de los impuestos. Para qué, para  que me pague así y las cosas las disfrute “el tuyo” (refiriéndose al hijo de María).

Eva: pero es cosa de todos los días, todos los días le dejo $20 para el pan y la comida y además los fines de semana me pide para ir al casino. Se terminó, yo no tengo porque darle plata. Es que “ahora” la mujer tiene mucha libertad y hace lo que quiere.

La conversación fue mucho más extensa y  con frases y discursos aun más violentos hacia la mujer. Con este  caso se pretende mostrar como las relaciones de pareja, independientemente del sexo, pueden contener y en este caso contiene, violencia de género. Eva, se asume con el rol proveedor, de autoridad y poder, que la sociedad (machista) espera cumplan los sus miembros varones. Cuando Eva dice: “es que ahora la mujer tiene mucha libertad y hace lo que quiere” deja sentado para el resto y para sí que  no se incluye en la categoría mujer. De hecho, Eva, hace lo que quiere con total independencia de su pareja  en casi todos los órdenes, en particular si están vinculados con los negocios. Es evidente, que Eva se apropia del discurso con el que se siente representada, que la ubica y la posiciona en un lugar de poder y privilegio dentro del campo de las relaciones afectivas, económicas y sociales.

María, sin duda alguna padece y ha padecido violencia de género.

Por supuesto que este caso, es solo eso un caso, y no es extensivo (ni pretende serlo) a las relaciones de pareja de un mismo sexo. Por el contrario lo que nos permite ver es que la violencia de género no es exclusividad de las relaciones heterosexuales. Aunque en distintos estudios, trabajos investigativos, discursos de difusión masiva y/o especializados en el tema, si  es presentada la VG como inherente a relaciones heterosexuales, dejando de este modo “fuera del mapa” a importantes sectores de la población.

Es por esto, que el presente trabajo es un llamado a la reflexión sobre nuestras prácticas como estudiosos, investigadores, o simplemente interesados en el tema de las relaciones interpersonales y la violencia.

Queda por último articular lo expuesto hasta aquí con las Políticas Públicas. Para que dichas PP puedan se exitosas, es decir lleguen directa y efectivamente a la mayor cantidad de personas posibles, es necesario unificar las voces, criterios y los discursos  circulantes en los distintos sectores del campo social (léase ámbitos académicos, movimientos sociales, educativos, políticos, etc.) para que  los agentes encargados de diseñar programas, planes, normas y leyes posean las herramientas teóricas y empíricas para abordar holísticamente los temas de género.

Por esta misma razón, este trabajo es una invitación a los distintos colectivos feministas, -que son la vanguardia en temas de género- a que no limiten  su lucha en contra de la violencia en cualesquiera de sus manifestaciones solo a la ejercida por lo hombres  pues es una lucha de toda los sociedad contra quienes estén en posición de ejercerla. Incluso es la misma lucha de  quienes no se identifican  o no comparten el binomio femenino-masculino sino que amplían la mirada fuera de rotulaciones y  abren posibilidades de nuevos caminos, de nuevas formas de pensar un “Nosotros” antes que un “Otro”.


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