Después de un año 2020 cargado de incertidumbre, miedo, confusión, de entender la mentira como una gran verdad, o de la creación de falsas esperanzas que terminan en abatimiento y en depresión, estamos llegando a su fin.
Un año que para muchos ha sido malo o temido por una enfermedad vírica a nivel global donde ninguna región o población ha escapado de un mal, acechante en cada esquina, llamado Coronavirus.
La lectura de esta enfermedad y de este año 2020 (que nuestra generación no olvidará) es que la vida hay que vivirla intensamente, aprender cosas nuevas, relacionarte con tu familia y amigos, y perseverar en todo aquello que deseas ser.
Este año tendremos un concepto de Navidad diferente a todos los vividos hasta el 2019, pues desde el mes de febrero que España empezó a notar los síntomas del Covid19 no hemos podido disfrutar de los nuestros y de nuestras aficiones como lo hacíamos antes, y ya no es una cuestión únicamente de llevar o no la mascarilla; apenas hemos visto a amigos de siempre por miedo a contagiar al prójimo, no a que nos contagien a nosotros.
Y así hemos pasado diez meses de sinsabores, sin darnos cuenta de cómo transcurría el tiempo, pero viendo a nuestro alrededor cómo la o el covid19 además de segar vidas de familiares, de amigos y de conocidos, y privarnos de su compañía en estas fechas, también eliminaba empleos en su caminar, bien porque las empresas aprovecharon la coyuntura, bien por una verdadera quiebra de los pequeños y medianos negocios.
Toda lectura negativa tiene su opuesto, y la positiva ha sido contemplar que, tanto dentro de nosotros como a nuestro alrededor, ha crecido un espíritu de solidaridad hacia nuestros semejantes, y hacia aquellos desconocidos a los que tender nuestra mano y ayudar en un banco de alimentos, parroquias en nuestras localidades y albergues, regalando sonrisas y donando lo necesario para los que se han quedado sin recursos.
Y en esa amplitud de miras, llega a todos nosotros con su ring, ring, una nueva navidad: Una navidad donde vemos al prójimo con la mirada de un niño o de una niña inocente, sin maldad, donde comparte su bocadillo con aquel que no tiene. Es una nueva navidad porque aun no pudiendo disfrutarla como otros años por las restricciones actuales, tendremos la oportunidad de enseñar a la próxima generación lo que significa la responsabilidad, la prudencia y lo que es ser adulto.
No hace falta aventurarse en grandes sueños... los sueños, proyectos de vida son, y para que un sueño se haga realidad tienes dos opciones: la primera y más difícil es la perseverancia en todo lo que te propongas; la segunda opción es pedírsela a Santa Claus o a los Reyes Magos, que siendo tres tendrías más opciones de lograr tus propósitos. ¡Suerte!