Revista Arquitectura
No es una arquitectura que me deleite por la poca implicancia urbana que contiene su trazado, sobre todo un conjunto de cuatro torres, asignado a un grupo de arquitectos internacionales, no locales, para la edificación de sedes corporativas u hoteles en una arteria tan significativa como el Paseo de La Castellana de Madrid. Voy a ser sincera desde el comienzo, es una arquitectura que poco relaciono con el goce espacial. Es una arquitectura que me hace pensar en el desarrollo de la tecnología, en la buena orientación de sus servicios, en la resolución efectiva de una planta extensa y neutra, sin dejar de contar con el asoleamiento directo y artificial, para evitar un problema de planta profunda. Es una arquitectura que te vincula al brazo derecho de la profesión, nos hace dialogar con ingenieros, técnicos, asesores. Nos pide que resolvamos su planta de acceso, algo del entorno mediato, un remate digno, y por supuesto la planta tipo, sin olvidar algún espacio de uso diverso. Pero creo que hoy por hoy la Sede Caja Madrid de Sir Norman Foster nos hace dialogar poco con otras arquitecturas. La encuentro vinculable a otros ejemplos de torres del mismo estudio, como por ejemplo la Torre HSBC en Hong Kong 1979-1986, ha sido heredera del buen y apropiado uso de los núcleos de servicios fuera del perímetro de la planta, resolución que también aparece en el Commerzbank Headquarters en Frankfurt 1991-1997. Solo que en este ultimo edificio, el atrio central y vertical se desarrollaba en toda la altura de la torre, por otro lado los jardines en plantas intermedias nos daban prueba de otro tipo de relación con el ambiente laboral. Nos otorgaban la posibilidad de reflexionar sobre una propuesta de espacio laboral distinto a aquellos que conocíamos. Es más, si quisiéramos ser mas románticos en la comparación, pues recordaríamos también con facilidad uno de mis edificios favoritos de Sir Norman, rescataríamos a la Willis Faber & Dumas Headquearters, Ipswich 1971-1975. Un sencillo diseño, aplicable a una trama urbana medieval, para el cual se modifico el trazado cerrando una de las calles. A lo largo de los años hemos podido estudiarlo como ejemplo de sistematización tecnológica, de hecho el edificio fue fácilmente adaptable a las nuevas formas de conexión, computarizando fácilmente los puestos de trabajo debido a la resolución elegida. La democratización del espacio de trabajo era más que evidente, y entonces en aquella cubierta accesible, donde se podía almorzar o tomar simplemente el sol que encuentres, nos da muestra de esa decisión. Insisto que las torres no son mi tipología arquitectural preferida, creo que a estas cuatro torres habrá que darles tiempo. Volveremos a verlas, observar el espacio que definen a su alrededor, la relación que tienen con el entorno. Actúan sin duda por impacto, su altura, definición volumétrica e implantación lo dicen todo. Desde la estación de trenes, se puede acceder a este complejo, se las ve a la distancia impávidas, con un telón, que es la escala humana, minima, la calle, los edificios multifamiliares que por código responden a una altura pre-establecida. Es notable también la modificación en la regulación de la altura máxima, debido a que los edificios de nueva promoción tienen una altura menor a aquellos construidos en décadas anteriores. Con lo cual cabe destacar que el tejido no es uniforme, y las torres ayudan a exponenciar esa poca uniformidad. No quisiera mal influenciar a los lectores con la poca emoción que me ha provocado la visita, pido disculpas de antemano en ese caso, pero de todas formas los invito a conocer no solo la Torre de Caja Madrid, sino también los ejemplos citados en esta breve opinión. Sacaran ustedes sus propias conclusiones. Por otro lado ya lo decía Sullivan en el Chicago que empezaba a hacerle cosquillas al cielo, “habrá que definir los espacios que se generen a partir de la superposición de estos nuevos hitos urbanos”.
Escrito y Fotografías de la arq. María de la Paz Molinari
Editado por el arq. Martín Lisnovsky