Una parada en el Museo Quai Branly de París

Buenos días,
Retomamos hoy nuestra sección ¿Sabías qué...? para llevaros a dar un breve paseo a orillas del Sena y poder conocer así el espectacular edificio del Museo Quai Branly, obra de Jean Nouvel.
Durante los días del pasado puente tuve la suerte de poder escaparme de nuevo a París, y he de reconocer que no me canso de visitarla. En cada viaje me sorprendo por la cantidad de sitios que me quedan por conocer y disfrutar.
Paris, je t'aime!!!

Creo que es una de esas grandes ciudades que cuanto más la visitas más la disfrutas, porque las primeras veces llegas un poco estresado con la cantidad de cosas que hay que visitar, y pecas de "turista pardillo", lo cual puede resultar muy caro. Pero cuando ya has estado varias veces, te relajas y viajas a París para disfrutarla, callejeando sin prisa, sin destino, dejándote conquistar y sorprender por la ciudad en los rincones más insospechados.

Así que además de disfrutar de París sin prisas, en esta ocasión tenía muy claro que no me iba de allí sin conocer dos sitios que tenía pendientes desde hacía tiempo: El museo Quay Branly y la tienda Merci, (de la que ya os hablé en otra ocasión y que todavía no había podido visitar más que de forma virtual; ahora que la he visto en directo no puedo dejar de recomendaros que la visitéis si vais por allí. Haz clic aquí y aquí y te cuento).

Ya sé, ya sé que una cosa no tiene comparación con la otra pero desde luego son dos sitios muy diferentes, dos planes completamente distintos, pero dos visitas para no perderse.

Quizá no hayáis visitado el museo, pero seguro que si habéis paseado por la orilla del Sena, cerca de la Torre Eiffel, os habréis quedado sorprendidos por la espectacular fachada de jardín vertical que da la bienvenida al museo, un museo que se creó gracias a las colecciones del Museo del Hombre y del Museo de las Artes de África y Oceanía.

La primera vez que ves la fachada te quedas ensimismado mirando la exhuberante vegetación que crece en ella. Es imposible no pararse a mirarla y acercarse a tocar las plantas, es un auténtico reclamo para todo el que pasa por allí.

Pero para ir por orden, empecemos por unas imágenes de situación del edificio que destaca en el entorno urbano, incluso en un día, como aquél, que cada vez se iba nublando más y más por lo que las fotos tienen un tono muy gris. Pero París siempre es París, y más si de fondo se ve la Torre Eiffel.

¡Imposible pasar de largo por delante de esta fachada!

Yo me volví loca haciendo fotos, quería captar cada esquina, cada ángulo y cada planta. Lástima que el día no acompañara...

Como se trata de una fachada viva, con plantas que crecen sobre un filtro hidropónico, necesita un mantenimiento especial que quedó patente ese día con la llegada de esa grúa roja con los podadores y los de mantenimiento, así que no perdimos detalle :)

Sin duda es una fachada que rompe radicalmente con la imagen global de la zona pero, al ser vegetal, se integra como un jardín más de los muchos que hay en la ciudad. Además, es como un tapiz que varía de color dependiendo de la estación y consiguiendo así una imagen muy efectista.
Una vez dentro lo que más llama la atención es que la integración entre el edificio y la vegetación es total, ambos se complementan y no puede entenderse lo uno sin lo otro. Se genera de esta forma un jardín enorme que se prolonga, incluso debajo del edifico principal, que se levanta sobre pilares.

Es un museo en el que disfrutas no sólo del contenido sino también del espacio que lo rodea, un lugar donde tanto los niños como los mayores disfrutan de sus jardines y del enorme espacio central donde pasear tranquilamente.

Como he leído en un artículo muy interesante sobre el tema de la revista digital Todoarquitectura:
"Así, el museo no es espacio de definición, sino una definición ingeniosa del espacio, que apela a los sentidos y a las sensaciones, para provocar el estado propicio para la exploración y el descubrimiento".

Y si todo esto no es suficiente reclamo para visitarlo, también os gustará saber que tiene un magnífico restaurante llamado Les Ombres, donde se pueden degustar exquisiteces de la gastronomía francesa mientras disfrutamos de unas magníficas vistas.