Creo que ya se lo 'oí' decir (en realidad se lo leí) al casi venerable Paul A. Samuelson, maestro de Macroeconomía, que lo que convierte a un bien en bien económico es su escasez, que se trate de un bien escaso. Como es escaso, estamos dispuestos a dar algo a cambio de poseerlo. Ese algo es el precio. Si el bien fuese super-abundante, no tendríamos por qué aportar nada valioso (pago) para conseguirlo, sería gratuito.
Eso es fácil de entender. Sin embargo, se producen fenómenos curiosos. Una tecnología, cuando surge, suele ser escasa y, por tanto, cara. Pero luego, si logra su masificación, se optimiza, se generaliza y, como consecuencia, se abarata.
La paradoja ocurre cuando la tecnología a que sustituye, la tecnología obsoleta, pasa a ser escasa pero todavía deseable y, entonces, se invierte la ecuación de valor y la tecnología nueva pasa a ser la barata y la antigua la cara.
En su libro, 'The inevitable', Kevin Kelly lo ilustra con la luz eléctrica y las velas. Nos dice.
A universal law of economics says that the moment something becomes free and ubiquitous, its position in the economic eqution suddenly inverts. When nightime electrical lightning was new and scarce, it was the poor who burned common candles. Later, when electricity became easily accessible and practically free, our preference flipped and candles at diner became a sign of luxury.
Es un comportamiento reconocible ¿verdad?
Pareciera como siel valor de las cosas no estuviese en su propio naturaleza, en lo que de valor aportan, sino en su escasez. Visto así, el comportamiento es algo menos racional.
Comportamiento reconocible, pero paradójico. Puede parecer que no acaba de tener sentido, seguramente, no lo tiene del todo, pero es que, detrás de la economía, hay personas, y sus comportamientos, nuestros comportamientos, que se convierten en comportamientos económicos. a veces, son contradictorios, paradójicos...