Soy muy forofa del cine. Me encanta.
Yo este año, me propongo desternillarme más, si cabe, de la risa
Hay unos tipos de películas que me apasionan pero en general no le suelo hacer ascos a nada. Para poder opinar.
No suelen gustarme ni suelo repetir las grandes producciones de Hollywood. No obstante, algunas las veo. Y me hace gracia. En casi todas las películas, veo alguna relación con el Coaching personal. Sean caras, baratas, americanas, españolas o francesas.
En mi post anterior sobre este tema preguntaba sobre tu peli “con Coaching personal” favorita y hablaba de American History X.
Hoy voy a hablar de una que he visto en la tele recientemente. Es una de esas que yo llamo “una deliciosa comedia romántica de tarde de domingo”. O sea, de las que no me gustan. No obstante he visto la relación con el Coaching personal y he decidido escribir un post.
Pero antes de proseguir, quiero preguntarte: ¿Estás interesad@ en el Coaching? Entonces te aconsejo que leas uno de mis libros de Coaching, bien el de Coaching para uno mismo, bien el de Coaching para Emprendedores. Son libros con herramientas prácticas. Sigamos.
Se trata de Noche de Fin de Año, o sea, lo que normalmente en España llamamos Nochevieja, vaya.
Hubo algo que me hizo saltar porque es una pregunta que solemos hacer mucho, pero mucho, mucho en Coaching personal. Uno de los personajes está dando un speech y, recordando a su padre, dice que él siempre solía decirle lo siguiente a la gente en el mismo discurso, el de Nochevieja:
“Qué harías este año si supieras que no puedes fracasar en ello”.
En efecto, en Coaching personal, esta es una pregunta muy típica, aunque hay muchas versiones, como “Si no tuvieras miedo, qué harías” o “Qué harías si no hubiese limitaciones de ningún tipo, ahora mismo”, etc. Todo depende de la persona que tengamos delante.
Recordemos si nos hemos reído lo suficiente, hasta de nosotros mismos y qué tanto por ciento de mañanas hemos salido sonriendo a la calle.
Estos días en los que estamos a punto de finalizar un año y comenzar otro, en los que dejamos marchar al año viejo para dar la bienvenida al nuevo, suelen ser tiempos de reflexión. O al menos deberíamos, no crees? Son días para detenernos un poco, dejar de correr arriba y abajo, que si el trabajo y el ocio, que si las compras de reyes, que si las compras de las cenas y comidas, que si reuniones … stop.
…………….
Intentemos parar un momento, al menos que sea antes de las uvas si es posible. El día 30, o a medio día del 31… o a las 11:59… detengámonos y pensemos en el año que ha transcurrido, en lo que nos ha pasado… quizá nos han pasado oportunidades que hemos… eso, dejado pasar… o quizá hemos hecho que nos pasasen cosas buenas. Pensemos en nuestros pequeños éxitos y nuestros pequeños fallos, en lo que hemos aprendido y lo que podríamos haber aprendido… o mejor aún, en lo que hemos desaprendido porque no nos hacía bien, ni falta. Recordemos si nos hemos reído lo suficiente, hasta de nosotros mismos y qué tanto por ciento de mañanas hemos salido sonriendo a la calle. Pensemos en las personas que han pasado por nuestras vidas, y en cómo hemos contribuido a mejorarlas. Pensemos en las posibles heridas que posiblemente hemos dejado en algunos corazones, aunque fuese sin querer… Pensemos en cuántas veces hemos dejado de hacer cosas porque… quizá nos daba miedo, quizá nos sentíamos inseguros, quizá estábamos más cómodos sin hacerlas… quizá este año, si nos damos cuenta de ellas,… quién sabe, tal vez nos animemos a hacerlas este año que llega… Pensemos en cuánto amor hemos dado y todo el que hemos recibido, en qué podemos hacer mejor, qué podemos corregir o qué podemos dejar de hacer, sin lamentarnos más. Pensemos que el pasado es eso, pasado, y el futuro está a un paso, a un segundo, y que ese segundo, puede cambiarlo todo. Pensemos en aquellos a quienes creemos haber perdonado y en quienes hemos de perdonar. Y perdonemos. Pensemos en quienes han de perdonarnos y pidamos perdón. Dejémonos de lamentaciones, de excusas y de esperas. Hagamos lo que de verdad queremos hacer, tomemos el camino hacia lo que queremos, en lugar de darle vueltas a lo que no queremos. Olvidemos lo que no nos sirve y recordemos lo que nos ayude a crecer, a ser mejores personas, a contribuir más. Recordemos que siempre hay otra oportunidad. Recordemos que pensar sin actuar no lleva más que a la desilusión, pero que actuar sin pensar lleva al caos. Veamos con ojos diferentes la misma realidad y descubriremos cosas maravillosas que siempre, siempre tuvimos delante pero no éramos capaces de ver. Quizá, solo quizá, si empezamos por dedicar una sonrisa a un desconocido, por un apretón de manos o un beso, empecemos a ver las cosas de distinto modo. Abracémonos, seamos amables, ayudémonos, seamos humanos.
Personalmente, este año me propongo, entre otras cosas, morirme de la risa. Espero que no literalmente! Me río mucho por lo general, pero este año, quiero desternillarme mucho más.
Hago una reflexión adicional sobre esto en mi post de Globedia: “Propósito de Año Nuevo: Morirme de la Risa“.