El futuro presidente de los EE.UU puede reparar un histórico sinsentido trasladando su embajada en Israel a la capital del estado hebreo: la ciudad judía de Jerusalem.
Esto significaría un nuevo enfoque del problema y la asunción, por parte del bando palestino, que no plegarán a la primera potencia del mundo a sus caprichos y que los USA podrían ser el primero de muchos en tomar esta decisión, lógica por otra parte dada la vinculación del pueblo judío, y por extensión de Israel, con tan importante ciudad.
Lo que resulta ilógico es que el no-estado palestino, reclame una capital en los barrios orientales de la capital judía, que jamás ha integrado ningún inventado estado palestino.
Fuente: La Vanguardia