Hace 19 años que llegué a Barcelona, con una comisión de servicio, a un instituto de secundaría del centro de la ciudad, y hasta el día de hoy no he tenido ningún problema por hablar Castellano.Cada año, al comienzo del curso escolar, los docentes rellenamos un impreso con nuestro horario lectivo, y éste es enviado al departamento de Enseñanza. En dicho papel, tenemos que hacer constar el idioma en el impartimos las clases, en mi caso y el de muchos compañeros: castellano. Pues bien, jamás nadie me ha llamado al orden por no dar mis clases en catalán.El problema que tengo en Cataluña, es que cuando comienzo hablar en catalán, el 90% de las personas, automáticamente cambian de idioma, debido a mi marcado acento andaluz, y sin embargo a mí me gustaría seguir hablando catalán. Me molesta mucho que la gente opine, sin tener conocimiento de causa. Aquí se respeta a todas las personas, independientemente del idioma, la nacionalidad y la religión.Es sorprendente que con la cantidad de familias que llevan a sus hijos a las escuelas públicas catalanas, solo 20 estén en contra del actual sistema educativo.En Cataluña nuestros alumnos hablan los dos idiomas por igual y es falso que el castellano se esté descuidando. En las pruebas de competencias lingüísticas de la ESO, el sistema educativo catalán ocupó este año la novena plaza de las 17 comunidades autónomas, con 503 puntos, 3 por encima de la media nacional.El 70% de los adolescentes no tiene el catalán como lengua familiar y la educación es el único ámbito donde se puede garantizar su derecho a conocer esta lengua cooficial, un derecho avalado por el tribunal Constitucional.Dejemos de preocuparnos de este “problema” que no es tal, e invirtamos nuestro tiempo, reivindicaciones y esfuerzos en conseguir más medios para la escuela pública, y entre todos pongamos nuestro granito de arena para que nuestros jóvenes adquieran un buen nivel educativo.