Una calvorota brillante adornada con un mostacho que desluce. Imagínese esto sobresaliendo levemente por encima de un mueble tipo atril destinado a sujetar papelotes, del que se levantan varios micrófonos; micrófonos destinados a que lo escrito en los papelotes pase por la calvorota brillante y manche con asqueroso lodo adornado de eufemismos a todos los crédulos que se encuentran a sus pies, a la escucha, entre vítores.
Justo por debajo del mostacho que desluce, comienzan a salir bellas palabras. Palabras adornadas, ornamentadas hasta más no poder de preciosas promesas vacías que suben hasta el cielo y que, después, de lo alto que subieron, caen a toda velocidad, pegándose una hostia tremenda contra todos los que en ellas creen.
Pero, cuando uno las escucha, casi da por imposible que esos duros no puedan ir a cuatro pesetas. ¿Quién se imaginaría que después subirían a diez?
El monigote gesticula, eleva y baja sus manos con ademanes convincentes y apasionados. De verdad, parece que su pasión es ayudarnos a todos. Pero, en realidad, está hablando mediante señales con sus otros colegas políticos, situados en nuestra retaguardia. Cuando enseña su mano abierta, en señal de apertura; sus colegas saben que es el eufemismo para mano dura. Cuando su cabeza mira a la multitud a los ojos, ellos saben que mira a su bolsillo. Cuando alza su mano saludando, todos sabemos que, en realidad, es un eufemismo para el saludo fascista. Sabemos que haría el saludo del César, de no ser porque el pueblo llano le espera a la salida con fuego en los ojos.
Cuando dice A es B, cuando habla de C en realidad quiere decir D; y cuando promete por cada letra del alfabeto latino, en realidad jura en hebreo.
Cuando usan palabras como "flexibilidad", "libertad" o "empleo", entre otras; creen que enriquecen el lenguaje, con su maestría en aparentar dar mientras quitan a manos llenas. Pero, en realidad, más parecería que no saben nada de la lengua. Que "flexibilidad" quiere decir rigidez; que "libertad" quiere decir dictadura; y que "empleo" quiere decir miseria. Se están cargando la lengua a base de inventarse nuevos significados para las bellas palabras.
De tanto que hablan de ella, ¿Quién reconoce hoy a "la libertad"?