Primero fue el teclado, al que se sumó el ratón, y después llegaron las superficies táctiles. En los últimos años han surgido algunos proyectos que intentan llevar la interacción con los ordenadores al próximo nivel. A una solución más natural, más ágil y con más posibilidades. Una de las apuestas más recientes es MYO, una pulsera que registra los impulsos eléctricos de los músculos del brazo.
MYO es una pulsera formada por diez placas unidas por gomas, con sensores para registrar los movimientos de la extremidad superior. Así, es capaz de leer los movimientos del brazo, los giros de la muñeca y los gestos de cada dedo. Según sus creadores, con tanta precisión y velocidad que, en ocasiones, parece reconocerlos antes de que se produzcan.