Revista Educación

Una ración de Elvis

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Nunca he sido una groupie. Con cuatro años, llegaba a casa del colegio y pedía a gritos “mi cintaaaaaa”, que estaba compuesta por Cara A: Los Pecos y Cara B: Miguel Bosé. Pero a pesar de tan precoz “gusto” por la música, siempre tuve muy clara la diferencia entre la persona y su obra. Luego, con los años, mira las vueltas que da el mundo, me dediqué a trabajar también con la música y, para colmo, me casé con un músico. El tiempo y la experiencia no ha hecho más que confirmar mis intuiciones, una cosa es la letra y los sonidos que te envuelven de una canción y otra, muy distinta, el ser humano que los ejecuta. Puedo contar, pero haré como que no puedo, centenares de anécdotas sobre cantantes famosos y otros que no lo son tanto. Sobre estrellas que siguen siendo los niños que fueron y otras que, pese a ser  célebres de segunda fila, piensan que conforman un tipo de ser humano superior al resto de los mortales (a algunos ni se les pasa por la cabeza que algún día podrían morir). Y sobre seguidores y seguidoras que pierden la dignidad detrás de un autógrafo o una toalla sudada. Repito que nunca he sido una groupie pero debo confesar, ahora que no me oye nadie, que siempre pienso con rabia en un artista al que nunca podré ver sobre un escenario, más que nada porque murió el mismo año que yo nací: Elvis Presley. Mis amigos, los pobres, han tenido que tragarse el Aloha from Hawaii (histórico concierto que se retransmitió vía satélite) cada vez que pisaban, por primera vez, mi casa. Como ya llevo un tiempo en este blog “siempreenmediero” y ya los considero mis amigos, lo siento, les toca ver y escuchar la ración pertinente de Presley. Que lo disfruten.


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