¿Y qué le pasó a la rana?
Me comprometí en un post anterior a explicar que le pasaba a esta rana. Pues bien, ahí va ahora este cuento.
Un cuento que nos habla de una ranita que vivía en una olla de agua fría. Esta olla estaba en un rincón de una confortable y acogedora cocina bien surtida. La rana vivía feliz y contenta, rodeada de comodidades. Hasta que un día alguien llegó, y puso la olla en el fuego. La rana, que no era tonta, sabía lo que esto significaba. Se acabó la comodidad. Ahora tendría que marcharse y encontrar otro lugar dónde vivir. En un tiempo, el agua empezaría a hervir, y de no salir de allí, moriría hervida. ¡Qué horror! Tenía que salir a la aventura, abandonar su vida de confort, y buscar un nuevo lugar para vivir. Pero pensó: “Bien, de momento acaban de encender el fuego y el agua todavía está fría. De hecho aún tardará el agua en empezar a hervir. No hace falta que me preocupe ahora mismo. Tengo un tiempo para pensar y seguir quedándome aquí.” Y así fueron sus pensamientos sucediéndose mientras la temperatura del agua se fue elevando, suavemente, hasta que al final pasó lo que tenía que pasar. El agua llegó a su punto de ebullición, muriendo, la perezosa ranita, hervida en su confortable hogar-olla.
Es curioso que de no haber estado dentro del agua, probablemente ni tan siquiera hubiera entrado en la olla, ya que hubiera notado el líquido demasiado caliente. Pero al estar dentro, y empezar a cocerse tan lentamente, sus sentidos no fueron capaces de alertarla de lo que le sobrevenía.
Pues bien, ¿qué podemos aprender de este cuento? Conozco personas que trabajan en empresas y sectores en los que la viabilidad de sus puestos de trabajo, está en entredicho. Lo mismo sirve en otros órdenes de la vida. “Ya me doy cuenta” me dicen (la olla está ya en el fuego). Pero les cuesta salir de esa área de confort. También me dicen: “seguramente me pueda quedar sin trabajo, pero mira este mes, de momento, cobraré” (la temperatura va subiendo; de hecho se está calentito y todo, ¡con el frío que hace fuera!). Hasta que ocurre (o no) que se enfrentan a un despido (el agua hierve a más de 100º C ya). Obviamente que no se acaba la vida, al contrario, empieza otra que puede llegar a ser fascinante. Pero a veces la situación puede ser más delicada en lo personal, en el estado anímico y emocional, para reaccionar ante el cambio.
En cambio otras personas, en el momento que observan cierta amenaza en su futuro laboral, tienen el acierto y la determinación de, con tranquilidad, empezar a pensar en su cambio profesional, en su reinvención o en un Plan B, incluso C. Con calma y contando con una serie de recursos adicionales.
No hay que ser demasiado duros con nosotros mismos, en el caso de que nos hayamos reconocido alguna vez con el comportamiento de la pobre rana. Los científicos nos indican que nuestra mente tiene una tendencia natural a la pereza, a no hacer nada, en estas situaciones.
Tenemos que constatar en nuestras carnes que se cae el mundo, para reaccionar. El antiguo editor de la publicación New Scientist proponía renombrar a la especie humana como HOMO DILATUS. El procastinador.
El efecto Einstellung también nos habla de la pereza de nuestra mente. Y muestra cómo estamos predispuestos a solucionar problemas nuevos, con soluciones viejas, aunque existan otras mejores. Seguir haciendo lo mismo, cuando queremos un resultado diferente. Por tanto, seamos amables con nosotros mismos, asumamos la situación, e intentemos conseguir los cambios que nos proponemos, estemos con el agua fría, o a punto de ebullición.
Una gran ayuda para poder cambiar la situación la podemos obtener de la lectura del libro de los hermanos Chip y Dan Heath, Cambia el chip, cómo afrontar cambios que parecen imposibles. Estos profesores universitarios nos proponen un modelo, a base de examinar infinidad de experimentos científicos. Aprovechan la analogía de Jonathan Haidt, en su libro The Happiness Hypothesis, e identifican a nuestra mente emocional con un Elefante y a la mente racional con un Jinete. El Jinete es racional y analítico, sabe lo que nos conviene y cómo lo tenemos que hacer. El Elefante aporta la fuerza al cambio, pero es miedoso y perezoso. Aunque el Jinete lleve las riendas, si el Elefante no quiere seguir esa dirección, no tiene nada que hacer debido a la gran diferencia de fuerzas. Ganará nuestro lado emocional, más cauteloso y acostumbrado a su área de confort.
Veamos las tres sorpresas sobre el cambio que nos proponen, y cómo afecta a nuestros personajes:
- Muchas veces lo que parece resistencia de la persona es falta de claridad. Propuesta: Dirija claramente al Jinete.
- Muchas veces lo que parece pereza del individuo es agotamiento. Propuesta: Motive emocionalmente al Elefante.
- Muchas veces lo que parece un problema de la persona es un problema de la situación. Propuesta: Allane el camino, o cambie el entorno o circunstancias que nos rodea.
Un libro apasionante y del que probablemente volvamos a hablar en este Blog, e ideal para los propósitos de año nuevo. ¿Nos ponemos manos a la obra?
Un abrazo a todos y os deseo un feliz año, lleno de reflexión y de acción.