Quisiera ahondar un poco más al respecto porque me preguntaba si las generaciones venideras asimilarán estos conceptos como los entendemos hoy ¿O cambiarán en sí mismos?…

La mayoría de las personas asocian “lo elegante” a lo ceremonial relacionado con eventos sociales. Pero en sus vidas cotidianas, normalmente no llevan a la práctica el “ser elegantes”, por así decirlo... Cuando en realidad es una actitud que está en estrecha relación con la forma de ser de la persona que la cultiva aprovechando su tiempo y cerrando los círculos que va dejando abiertos. Y la moda, que es lo mío, mantiene una lucha sin cuartel con la elegancia, porque es justo lo que se debe perseguir a la hora de elaborar un buen diseño. Como su nombre lo indica, debería ser nuevo, diferente, marcando siempre el hecho de que esa prenda ha ido evolucionando por un proceso maravilloso de la mente, enfatizando constantemente lo que debería ser, un progreso en el tiempo. Y no lo que es hoy, un eterno remake, a mi modo de ver. Pero éste es otro tema.

Como diseñador, veo los prototipos como retos de simetría y precisión, aunque algunos les cueste creerlo: “No todo está hecho”.
Es evidente que esta evaluación de mi parte nace a raíz de mi plena inquietud investigando, estudiando estos pormenores, que la industria transforma en facturación. Y vuelvo a preguntar, ¿El ser elegante no ayuda a la persona a ser mejor? Yo creía que sí, pero visto lo visto, esta conjetura me come la cabeza.
Hay muchas personas elegantes, que la utilizan para machacar a otros. Y eso desde luego no está bien, y va en detrimento de esta virtud, si se puede llamar así.
