Empezamos por una disculpa.
Por haberme ido sin decir hasta luego, vuelvo en una semana o en dos.
Por no haber publicado ni Miércoles Mudos, ni Vitaminas para el Lunes ni na de na.
No se si lo necesitaba o no. Sólo sé que lo pasamos estupendamente Il Pappa y LaMala Mamma en London y que no quería volver. A casa sí, que a la NiñaGato y la NiñaKoala se les echaba mucho de menos (me gusta echarlas de menos y no de más). No quería volver a la rutina.
Y me puse fatal: depresión post vacacional, llamemosle. Tenía angustia, ganas de llorar todo el tiempo, arrastrando cuerpo y tristeza por los rincones.
Pero lo que toca, toca, como dicen mis niñas. Y toca enfrentarme a estos 10 días que quedan y que son una maratón prenavideña: las compras de los regalos, los disfraces para la fiesta del cole, la Fiesta del Cole (que este año nos ha dado por variarla en casi todo y nos está pillando el reno...), la comida del curro, el Festival de la Escuela de Música, las tropecientas comisiones en el Ayto (todos los días una por lo menos), la campaña de recogida de juguetes, el pleno de presupuestos, el cierre del año en la oficina, los amigos invisibles on line... Paro, que me entra otra vez la angustia
Y en medio de todo esto, las discusiones sobre la verdadera Navidad. Sobre el sentido de los regalos, las reuniones familiares, el tiempo compartido. En mi familia cada vez somos más en la mesa, y eso nos encanta. Pero no sucede así en todas. Para muchas de mis amistades, las Navidades son momentos de tensión entorno a una comida o cena con la familia propia o de la pareja. Cuando no son momentos tristes, de recuerdos y ausencias. Para nosotros, por suerte, esos momentos son de risas, de compartir buenas noticias, de cantar y bailar, de darnos besos y abrazar a la bisabuela.
Nosotros discutimos, por supuesto, pero por cosas idiotas como cuantas natillas puede hacer la Thermomix de golpe o sin ponemos una o dos mantas en las camas de las niñas porque la casa estaba a 14 grados cuando hemos llegado.
Y desde el año pasado, discutimos sobre la conveniencia o no de ciertas "costumbres navideñas". Como la de la Cabalgata de Reyes, que a mis hijas les encanta y les perturba a partes iguales. En mi casa somos de Papá Noel, porque llega antes y se pueden disfrutar con los regalos todas las vacaciones. Y porque siempre estábamos con la familia para Nochebuena y Navidad, mientras que Reyes, lo pasábamos solos. Así que cuando empezaron a ver cabalgatas de Reyes, primero en Soria, luego en Tudela, luego en Soria, en Madrid, hasta en el Pueblitobueno...empezaron las dudas "Mamá, ¿cómo es posible que estén los Reyes Magos a la vez en Tudela y en Soria? ¿No son los de verdad?" Pues no, cariño. Son una representación, porque los Reyes a estas horas ya están repartiendo regalos por el mundo, que hay muchos millones de niños....
Y hace un par de años, llegó la puntilla "¿Mamá, por qué el Rey Baltasar es un señor pintado de negro y que habla con acento cubano? ¿No se supone que viene de Oriente? Habla como el papá de Aberlyn..."
Creo que no es la primera niña que se lo cuestiona. Porque cuando yo era pequeña, los únicos negros que veíamos eran los de la hucha del Domund, que hacíamos en el colegio. Luego vinieron los anuncios de Benetton, las estrellas de la NBA y para cuando estaba acabando la EGB, llegó la primera familia negra a Soria. Normal que el Rey Baltasar fuese una persona pintada.
Pero, ¿en pleno siglo XXI? Nuestras ciudades están llenas de color y diversidad. Las navidades se celebran por todos, da igual la cultura, tradición o religión. Y la Cabalgata de Reyes, organizada por los ayuntamientos, es una acto para todos, donde no se puede ridiculizar de forma gratuita. Y en mi opinión, eso es lo que ocurre cuando pones a un Rey Baltasar que está pintado de negro. Es una falta de respeto, promovida por una institución pública. Los niños se dan cuenta y preguntan. Y los niños negros, tan tudelanos, madrileños o de donde sea, se sienten mal. Si Baltasar era negro, pues que sea una persona negra quién lo represente. Y por favor, que no ponga un acento sureño, que eso me recuerda a cuando cierto humorista de los 80 se pintaba de negro e imitaba a los cubanos. No se si les hacía gracia entonces...pero tampoco creo que se lo haga ahora.
Si queremos enseñar a nuestros pequeños el respeto por los demás, por todos los demás, no ridiculicemos a unos para sacar la sonrisa de otros.
El año pasado inicié mi campaña de recogida de firmas en Change.org para que el Rey Baltasar de la Cabalgata de Reyes de Tudela fuese una persona negra de verdad, como en miles de municipios de España. Este año lo retomo. Sí estas de acuerdo conmigo, firma aquí o pinchando en la imagen. ¡Mil gracias!!