En realidad el amor no tenía ninguna lógica. Al menos ella tenía claro que se trataba de otra cosa, algo como un buen acuerdo entre ambos: él tenía una compañía bonita que alegraba el paisaje y ella a cambio conseguía sustento y protección.
Ella sabía que era una relación tóxica, pero funcionaba. Además “del roce sale el cariño”, se repetía a menudo para tratar de ocultar que estaba acabando con él. Pero no lo podía evitar.
Ciñó con fuerza su abrazo mortal sobre el árbol que la mantuvo durante años. Sorbió la última gota de savia mientras entre el murmullo de sus hojas parecía escucharse “sin ti moriré”.