Ecuador. ¿”Izquierdismo del todo o nada”? Una respuesta de izquierda
Illena Almeida
Máster en Filología, Moscú, 1967. Licenciada en Lengua Castellana y Cultura Ecuatoriana, Quito, 1968. Profesora-Investigadora de la Facultad de Comunicación Social, Universidad Central del Ecuador, donde imparte cursos de semiótica y semiótica de la cultura.
En una entrevista concedida en Sevilla hace un par de meses, el presidente de la República contestando a la pregunta de si había traicionado sus ideas en el camino recorrido hasta ahora, expresó: “Eso es mentira, (…) siempre he dicho que lo más peligroso es el izquierdismo del todo o nada, que el indigenismo infantil cree que la pobreza es parte del folclore, y que la gente viva en la miseria, pero qué bonito paisaje”, y agregó que ‘ya en 2009 dijimos: vamos a explotar el potencial minero.’
Cuando el presidente Correa habla de “izquierda infantil” lo hace para desacreditar a quienes respondiendo a los imperativos globales de la época, exigen medidas protectoras de la naturaleza y rechazan las políticas de extracción rapaz de los recursos naturales. La izquierda va al paso de la historia, y sus conceptos como “salarios mínimos, “derechos sociales”, “calidad de vida” mueven la dinámica del país.
“Izquierdismo del todo o nada”, “indigenismo infantil” son frases hechas que tratan de impedir la participación política soslayando los problemas más acuciantes: desempleo, brechas sociales, baja productividad, falta de fuentes de producción, inseguridad y corrupción, persecución a dirigentes indígenas y medios de información. Las posiciones de izquierda han sido hostigadas y difamadas. Los sindicatos son acorralados hasta dejarlos casi agonizantes. La Fenocin se aleja del régimen porque no se impulsa la reforma agraria ni se democratiza el uso del agua. Minería, agua y tierra enfrentan a la Conaie y a las organizaciones ecologistas con el gobierno. Los intelectuales y los artistas están indignados por el protagonismo del Pedro Delgado en la Feria del Libro, cuya inauguración se le encomendó que presidiera. Los constituyentes que incorporaron en la Carta Política los “derechos de la naturaleza” se ven traicionados por las políticas extractivistas. Los defensores de las nacionalidades indígenas constatan el retroceso en la conformación de un Estado Plurinacional. El Socialismo se ha escindido: una facción permanece fiel a sus tradiciones izquierdistas, otra está al servicio del gobernante. Las universidades y politécnicas no se conforman con la anulación de la autonomía universitaria. Los beneficios de la “revolución ciudadana” no han llegado a las comunidades indígenas, que sobreviven en retazos de tierra casi improductiva. Sus índices de salubridad, educación, nutrición, escolaridad son los más bajos.
Nadie piensa en ellas que la pobreza sea parte del folclore, ni que quienes la padecen estén contentos, tampoco se piensa que territorio ancestral sea el paisaje. Un ejemplo: la comunidad de Chismaute (Chimborazo) tiene una escuela donada por la Cooperación Europea y, de parte del gobierno, mucha propaganda de las listas 35 y del presidente-candidato que se dice de izquierda.
Illena Almeida /Rebelion