Una semana en la nieve supone mi entrada (triunfal?) en el mundo de Emmanuel Carrère. Buscando El adversario tras no recuerdo la recomendación de quién, me topé en mi propia y no -sé cuánto de legal- biblioteca digital este relato y decidí ponerme manos a la obra.
Nicolás es un niño de ocho años que, forzado por el Centro educativo a compartir con sus compañeros un viaje de diez dias a la nieve, debe comenzar padeciendo la singularidad de no viajar con el autobús común, sino de ser acompañado por su padre en un viaje de más de 400 kilómetros para evitar "posibles riesgos". Un momento -tal vez demasiado común- de sobreprotección paterna que hará que llegue un día más tarde que sus compañeros, en medio de la cena y descolgado de todos los grupos y actividades. Si eres canijo y débil ya saben lo que puede suponer.
Lo que empieza como una pequeña tragedia personal para Nicolás, con los miedos propios de su edad convenientemente agravados por su entorno familiar, se acaba mezclando con la desaparición de un niño en la misma zona.
Todo en el libro es un túnel que desemboca en el único final posible, que vamos averiguando con perplejidad pero enganchados irremisiblemente hasta el final , que -simplemente- resulta absolutamente imposible abandonar.