Y de a poco nos fuimos de Lyón a Grenoble, subimos directamente a los Alpes para que Gregory conociera la nieve. Claro, en Brasil es un poco imposible jugar con nieve.
Con Juliette al volante pasamos a un mundo paralelo en el que el paisaje se transformaba de a poco en blanco, la temperatura se volvía loca y marcaba -0 (?)
De repente levanto la mirada y el corazón late más fuerte. Aparece el paisaje como sacado de una película y lo único que puedo hacer es observar y sentir.
Y llegamos. Juliette me había abrigado tanto que creo que podría haber dormido tapada por nieve en el Polo Norte y transpirar.
Y ahí estábamos los tres, no había nadie, era puro silencio. Teníamos un poco de hambre así que comimos lo que encontramos:
Después nos tiramos en trineo:
Y como la tradición indica, hicimos un muñeco de nieve que se llamaba MisterMiss.
Después de que se fue el sol y con mucha niebla nos fuimos a tomar vino y a dormir, para continuar al otro día con más Grenoble.
Mientras Juliette trabajaba, con Gregory nos dedicabamos a perdernos, a tomar mate, a caminar con frío y a visitar museos.
En el Río Isère El casco antiguoNos dirigimos hacia la montaña por un sendero de miles de escalones, y durante el trayecto nos encontramos con el museo de la Primera Guerra Mundial, y seguimos ascendiendo. Gregory me insistía en cortar camino subiendo por un lugar sin camino marcado, hasta que dejó de insistir cuando se dio cuenta de que se estaba lastimando y yo iba más rápido por el sendero convencional.
Llegamos por fin a la cima. Fue anocheciendo y con nosotros, arriba.
En nuestra excursión visitamos el Museo Romano, que fue hecho a partir de los restos antiguos que encontraron mientras construían la estación de trenes. Además, cuenta la historia de Grenoble a traves del tiempo.
El teatro de la ciudad con la bandera francesa flameando. Sí, desde mi mochila se ve todo todo muy lindo, excepto el frío de mi*+#d* que nos congelaba hasta los bolsillos.
Entre otras cosas fuimos a ver al equipo local de hockey sobre hielo. Dicen que Grenoble es muy bueno, pero perdió. El partido fue divertido porque se golpeaban sin asco. No sé como a nadie se le cayó un diente.
El día libre de Juliette fuimos a caernos haciendo slackline en el parque. La parte más divertida era sacarse las zapatillas y las medias con dos grados de temperatura. Fue fascinante y Chuchu nuestra gran profesora.
En las noches comimos mucho queso, tartas, tomamos vino, jugamos al jenga y a otro juego francés.
Así se termina una semana en Grenoble con los más geniales del mundo.
Un viaje se mide mejor en amigos que en kilómetros. ♥Y traje un regalito especial para todos mis amigos de España: