Hoy, domingo de Resurección, acaba la Semana Santa. Aunque para muchos acabó hace justo siete días con el Domingo de Ramos; cosas de la tierra, se dice que los sevillanos disfrutamos más con la espera que con otra cosa.
La semana, todo sea dicho, ha sido perfecta, tan perfecta que hasta el propio Rey de España se ha dejado caer por esta tierra, siendo uno más, realizando incluso, una levantá. Como íbamos diciendo, todas las Hermandades han podido realizar su estación de penitencia a la Catedral sin temer las inclemencias del tiempo, si acaso, mirando demasiado al termómetro deseando que no subiera más de la cuenta. Porque calor ha hecho, y no poco, especialmente el martes; esos nazarenos del Cerro llegaban a la Catedral que parecía que venían de correr una maratón en menos de tres horas. Obviamente siempre se preferirá esto a que exista la mínima posibilidad de lluvia, aunque claro, siempre habrá alguien que diga que un poquito menos de calor sería mejor que si patatín patatán... el caso es quejarse.
Vamos, yo firmaba ya, aquí, así del tirón y sin pensarlo más, muchas más Semana Santa como esta...
Pero, como todo en esta vida, siempre hay un pero. La Madrugá. Noche entra las noches. Noche en donde la Semana Santa se encuentra en su punto álgido, noche de fe, de pasión de sentimientos desbordados... noche de, por desgracia, alcohol y descontrol...
Desde que en su día empezaron a reunirse todos los organismos necesarios para intentar cambiar algo en la Madrugá, y pocos días antes de que llegase el Domingo de Ramos se decidiera que se continuaran con los horarios del año pasado porque los Hermanos Mayores no habían llegado a un acuerdo, ya se notaba el ambiente enrarecido. Esto dentro del mundo cofrade pues se puede entender como algo normal; pero sí es cierto que en Madrugá hay muchísima gente, y el problema está en que un número muy numeroso de esas personas van a Sevilla a aprovecharse del ambiente y del bullicio en las calles para montarse su propia fiesta con alcohol por cualquier esquina. Lo que provoca que constantemente haya broncas y peleas que asusten al público cofradiero de alrededor que intentar disfrutar de las Cofradías con sus hijos pequeños y que al menor indicio de problema lo que hace es poner pies en polvorosa. Y sólo hace falta que tres o cuatro personas salgan corriendo para que decenas de ellas lo hagan también. Y esto se repite durante toda la noche. Sinceramente no se que imagen queremos vender al exterior cuando no somos capaces de controlar algo tan nuestro. Tremendo relato el que podemos leer de las letras de un penitente que vivió esta situación en sus propias carnes... Suscribo plenamente sus palabras "No fue una anécdota" porque desde el año 2000 no es la primera vez que ocurre.
Esto debe de acabar ya, empezando por el Alcalde, poniendo en las calles a tantos policías haga falta. Medidas más duras contra el botellón y contra las sillitas, una auténtica vergüenza el camping que forman algunas personas, lo que provoca un reguero de basura deleznable y ya no digamos el hecho de cortar esquinas enteras sin que el público pueda moverse. A este tema ya le dediqué en su día una entrada, pero vamos, como siga así la cosa voy a acabar escribiendo una tesis sobre las putas sillitas... Por otro lado, los hermanos mayores de la Madrugá deben dejar de mirarse tanto el ombligo e intentar buscar el beneficio de todos y no el de uno solo. Porque el benefecio de todos, es el de ellos también... Lo de la Macarena en particular hay que mirarlo y mucho, Bourrelier ya lo comentaba días antes y bromeaba sobre una Madrugá exclusivamente para la Macarena, pero las imágenes que se ven de nazarenos por Cuna, hablan por sí solas. Ya no es que fuesen de cinco en cinco o de seis en seis, se trata de una ingente masa de capirotes verdes que apenas puede moverse y cualquier intento de organización queda en eso, en un intento...
Lo dicho pues, mucho sol y muy buen tiempo pero los detalles no los cuidamos, y así no vamos a ninguna parte, la cara de vergüenza se nos debería de caer a todos, pero nos lo venderán como un problema del año que viene, y para el año que viene queda mucho, y así que claro, el año que viene, ya se verá.
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