Hola, bonitos.
Lamento haber desaparecido totalmente. Un mes entero.
Agosto fue un mes complicado, fue un mes en el que me mudé a Monterrey y empecé de cero en una nueva ciudad. Aún no lo capto ni me adapto por completo, pero les explicaré más de eso en otra entrada.
Ahora vengo con una reflexión de una semana sin celular. No crean que fue una experimento social a propósito. Mi celular murió y entre que quise arreglarlo y todo estuve una semana sin celular y esto es lo que aprendí.
Los primero días si fue algo frustrante no poder ver mis mensajes, contestarlos o incluso avisarles que iba a estar sin whatsapp por unos días. En clases había momentos en los que quería sacar mi celular para ver instagram o twitter ya que estaba aburrida pero me daba cuenta de que no podía, no me quedaba más remedio que poner atención.
Después de los primeros días complicados donde me sentía desconectada del mundo y me daba miedo salir por no poder pedir uber o llamarle a nadie si algo, pasaba aprendí que dependemos mucho de la tecnología para sobrevivir, y no solo para cosas importantes, sino también para trivialidades como ir al gym con música, o entretenerse en las clases aburridas e incluso como escudo (ahorita les explico eso).
Yo creo que fue como el cuarto día en el que decidí que ya no me importaba estar sin celular, que la gente que quería contactarse conmigo encontraría otra manera (como fb porque aún tengo compu) y que podía salir sin celular sin tener pendientes. Me sentía menos dependiente de un pedazo de tecnología del que nunca he sido fan. Amo mi computadora, mi mac es mi vida, pero el celular nunca ha sido mi hit. Las personas siempre se esconden detrás de él todo el tiempo. Me sorprendí. Iba caminando sola o me sentaba sola en una mesa a comer o hacer tarea y me impactaba ver que era la única persona sola que no estaba pegada a su celular. Estaba rodeada de gente en su celular. Evadiendo miradas cuando caminaban, siempre con el celular en la mano. Escuchando música o viendo videos en el celular mientras comían solos. Así me di cuenta de que no podemos soportar estar completamente solos. La gente lo usa como escudo para hablar con otras personas, ver videos o entretenerse y no sentir la aplastante soledad de no estar conectados con alguien más. En el celular nos evadimos, sin él, es como si estuviéramos desnudos en un cuarto lleno de gente vestida, al menos así me sentía yo. Observaba a la gente, leía un libro, me perdía en mis pensamientos.
Y adoré ese sentimiento de libertad y desnudez. Personalmente no soy la clase de persona que se pasee por el mundo con el celular en la mano, aunque si soy fan de siempre tener música.
Fue un buen detox, y en vacaciones o una situación en la que los grupos de whatsapp de tareas no sean completamente indispensables, estoy segura de que lo haré de nuevo. De todas formas, esta semana me enseñó a no depender de mi celular y no tener miedo a salir sin él y desconectarme un poco.
Espero que el uso de mi celular baje considerablemente y les recomiendo totalmente intentar un detox similar, créanme, todos necesitamos desconectarnos de vez en cuando.
Si alguna vez lo han hecho o lo intentan no duden en dejarme en los comentarios su opinión.
Esperen más entradas con este tipo de reflexiones.
Muchos abrazos,