El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha concedido la incapacidad laboral a un ingeniero que sufre electrohipersensibilidad. Ricardo de Francisco trabajaba en Ericsson pero la contaminación electromagnética que desprenden ordenadores, teléfonos móviles o el wifi le enfermaban.
No aguantaba un minuto hablando por el móvil sin que le aparecieran acúfenos y dolor de cabeza. Su cerebro cada vez iba más lento y aparecieron la ansiedad y la depresión. En estos casos se suele derivar a estas personas a los servicios de salud mental pero no fue el caso de Ricardo tuvo suerte y los especialistas que le trataron descartaron que tuviese un problema mental.
Lo que sufre es Hipersensibilidad a los campos electromagnéticos o electrosensibilidad, un síndrome creciente que se acentuaba en su puesto de trabajo pues en cuanto estuvo un mes sin acudir al mismo su organismo volvió a funcionar.
A este ingeniero le despidieron de la empresa y reclamó su incapacidad laboral pero la Seguridad Social se la denegó basándose en que esta enfermedad aún no está reconocida de manera oficial por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Otra “ventaja” con la que ha contado el afectado a la hora de conseguir una sentencia favorable es que un internista de la sanidad pública que conoce el asunto hizo un informe favorable sobre su situación.
La sentencia es de las pocas que se han dictado en España que den la razón a personas con electrosensibilidad. Yo apenas recuerdo con anterioridad la que consiguió Minerva Palomar.
Pero el melón parece que se ha abierto. Hace no mucho que en Francia se ha reconocido la hipersensibilidad a los campos electromagnéticos e indemnizado a una persona afectada. La Justicia en estos casos va más rápido que las autoridades sanitarias.
La periodista que ha llevado su caso a los tribunales de Justicia en Francia vive aislada en las montañas de los Pirineos centrales, en una choza. Es clara la paradoja: la tecnología puntera está condenando a vivir como en la Edad Media a ni se sabe cuántas personas en todo el mundo (en el Bufete Almodóvar & Jara recibimos consultas por este tema con frecuencia). En Francia se reclaman afectadas 70.000 personas.
Es la primera vez que en Francia se constatan “signos clínicos irrefutables” de esta patología no reconocida. Hace ya tiempo que el país galo aprobó un Proyecto de Ley para proteger a su población de las ondas electromagnéticas. En España se avanza en la denuncia. Ojalá nunca tengamos que volver a lamentar muertes como la de Ángela que se suicidó por no poder aguantar más la convivencia en un entorno cargado de ondas.
La Ciencia ha avanzado mucho en la documentación de la contaminación electromagnética y esto nos posibilita tomar medidas para reducirla o minimizar su impacto. Uno de los últimos trabajos científico que he conocido lo han hecho varios científicos españoles y concluye que el campo magnético de baja intensidad de los auriculares que se usan para escuchar música, por ejemplo, tiene efectos sobre la memoria de corto plazo.