La época dorada de Jim Carrey empezaba su declive con esta película, que sin ser de las peores de su filmografía, no le permite lucir como de costumbre a pesar de que el personaje que interpreta es ideal como fuente de sobreactuaciones. Además de unos recargados escenarios, quienes más eclipsan a Carrey son el trío de niños protagonistas, que no sólo gozan de mucho más minutos que él en pantalla, si no que incluso despiertan más interés y resultan más graciosos que el propio Jim. Una comedia alocada que solamente resulta entretenida gracias, o más bien por culpa, de un caótico y acelerado guión.