Revista Comunicación
Hace escasos días se ha estrenado la serie más importante de mi vida. La mejor posible. La más esperada. Nada más y nada menos que la llegada de mis dos hijas a este mundo. El gran estreno de mi vida: La paternidad (y por partida doble).
Como toda buena serie, seguro estará llena de diversión, alegrías, multitud de risas y felicidad, y muy posiblemente también de innumerables tensiones, dudas y llantos. Qué se le va a hacer, si lo pensáis bien, de estas cosas están hechas las grandes series. Lo que todavía no sé muy bien es si será una agradable comedia, de esas en que la situación sobrepasa por completo al protagonista, pero que finalmente lo acaba reconfortando y haciéndolo mejor persona, o por el contrario será un drama intenso, lleno de pasión y sorpresas, con altibajos de amor/odio en cada esquina, pero seguro que casi siempre con final feliz. En cualquier caso, de lo que sí puedo dar fe es que será el más apasionante, adictivo, y emocionante en el que jamás me haya embarcado. Sólo espero estar a la altura de un proyecto de tal envergadura.
Como seguro podréis comprender, a partir de esa fecha, el blog estará bastante menos activo que de costumbre. No tengo ni idea de las series que podré ver, seguro que muchas menos de lo habitual (tocará priorizar), y menos aún de los artículos que seré capaz de escribir y publicar (por si acaso me he guardado alguno bajo la manga que posiblemente sean publicados en las próximas semanas). A todos aquellos fieles seguidores del blog, mi más sincera disculpa por adelantado. Espero que una vez sobrepasados esos estresantes episodios de inicio, donde tramas y personajes no suelen estar todavía muy bien perfilados, la calma y el tiempo que me queden me permita compaginar mis dos nuevos amores con las otras pasiones de mi vida, entre las que siempre incluyo el poder ver series, escribir sobre ellas, y poder compartirlas con todos vosotros.
Hasta entonces, que el dios de la tele vele por vosotros.
Hablemos en Serie/ y desde hoy Sr. Watanabe