Desde que vimos por primera vez esta mesa vintage con sus sillas a juego (de formica y de los años 60-70, aproximadamente), vivimos con la absoluta certeza de que, si alguna vez se cruza algo así en nuestro camino, lo compraremos irremediablemente.
Foto
Foto
Y tanto nos gusta esta estética que nos propusimos hacer algo semejante con esta silla básica de madera blanca.
He aquí los materiales con los que hemos contado para llevar a cabo nuestro propósito: papel adhesivo vinílico de florecitas y pintura.
Desmontamos las patas, y al asiento, para que agarrara bien la pintura elegida, le dimos un par de manos de imprimación blanca.
Tres capas de rojo rubí (para nosotras rosa...), tanto por la parte delantera de la silla como por la trasera.
Sobre el mismo papel vinílico hicimos una plantilla de la parte delantera de la silla, asiento y respaldo (sin esmerarnos mucho en las medidas), y la recortamos.
Con cuidado y paciencia, ésta es la parte más complicadilla del asunto, la fuimos pegando...
... y con un cutter de los buenos, quitamos el sobrante de los bordes.
¡Que no se nos olvide mostraros la diferencia tras pasarle la lana de acero a las patas!
Y aquí está nuestra silla vintage. ¡Ah! Aunque se trate de un papel vinílico, le hemos dado encima hasta cuatro capas de cola blanca diluida con un poco de agua para protegerlo, y que la silla pueda ser usada sin problemas.
¿Qué os ha parecido el resultado? Pues ya está expuesta en una tienda de muebles que nos entregó la silla con el encargo de decorarla como más nos gustara. Esperamos que a su clientela le sorprenda.
¡Feliz fin de semana!