Cuando las tendencias bullen y los diseñadores pujan por posicionar sus diseños, el caos se apodera de las elecciones. Ante tal cantidad de mensajes, mejor retomar el control y volver al consabido acierto: la camisa blanca.
La camisa blanca es sinónimo de ‘básico que nunca falla’. Una camisa blanca bien cortada y confeccionada en materiales de calidad se antoja un perfecto lienzo sobre el que trabajar el look. Impoluta, impecable, de un blanco radiante. Los acabados de la prenda son clave. Cuello, mangas, sisas o ligeras pinzas que entallan la figura y resaltan la mejor versión del cuerpo. Es cuestión de paciencia y estudio. Dar con la camisa perfecta requiere conocer la anatomía e invertir tiempo en la búsqueda.
Con dos botones ligeramente desabrochados para lucir un pañuelo con las mangas ligeramente remangadas y asomando el reloj; o simple y despejada, para que brille un toque de joyería. Es una elección que siempre acaba resultando necesaria. También es una inmejorable carta de presentación y un valor seguro en los mejores armarios.
Y es que aún sigue sorprendiéndome la cantidad de clientas que tengo que a pesar de tener un fondo de armario de lo más adecuado o de lo más voluminoso no tienen en él una camisa blanca.
Es un must de todas las temporadas que además con diferentes combinaciones pueden crearse outfits absolutamente diferentes!
¿Vosotras tenéis una camisa blanca en vuestros armarios? ¿Cómo os gusta combinarla o en qué ocasiones soléis utilizarla?