Podría dividir a la población peruana entre los indiferentes, los ignorantes como consecuencia del primer grupo y los egoístas que son los que aprovechan el estado de los anteriores. Los peruanos hemos mostrado profunda indiferencia por nuestra historia, cultura, economía y ante todo política, condenándonos así al atraso en todos estos aspectos, la falta de valores y de empatía. Lo único en lo que somos perseverantes es en equivocarnos, reincidimos en nuestros errores una y otra vez, y es esta perseverancia la responsable de nuestras problemáticas. Se tiene la idea de que el Perú está como está a causa de la ignorancia, pero se trata en realidad de la indiferencia, la cual se ha vuelto una señal de apatía y, en consiguiente, síntoma de una enfermedad social.
Como mencioné en un inicio, la ignorancia vendría a ser una repercusión de nuestro desinterés, pues todo inicia cuando somos capaces de ver pero no observar, de oír pero no escuchar, cuando somos indiferentes por pereza y convicción. Así que el mal político y económico radica en que somos una sociedad fragmentada y no podemos reconocer lo del entorno como propio, por lo que terminamos sin darle la debida relevancia a problemas como la pobreza, corrupción, violencia, etc. Si hay gente muriendo por el friaje en Puno, es porque el gobierno carece de un plan de contingencia para estas situaciones que año tras año sabemos que ocurrirán, si hay personas sin acceso a hospitales y escuelas es por la despreocupación de nuestros propios gobernantes, si anualmente se pierden más de 12 millones de soles por corrupción, es porque nosotros dejamos a personas egoístas y codiciosas al control nuestro país.
Todos reconocemos a la corrupción como el mayor germen que infecta al Perú, aún así, según una encuesta hecha por Proética el año pasado, más del 60% de la población tolera este problema. En otras palabras, no lo considera correcto pero lo permite, así que nosotros mismos dejamos a estas personas cometer tales actos y sólo protestamos pasivamente de vez en cuando, esa es la principal característica de alguien indiferente, la inacción. Cualquier hecho político, social y económico está ligado entre sí, nuestro desinterés es el camino que toma la corrupción para llegar al poder, la corrupción causa pérdidas de dinero y, por ende, más pobreza y un alto a la lucha contra la inseguridad ciudadana.
Históricamente, el peruano ha tenido inconvenientes con la preservación de una memoria colectiva y la ausencia de empatía. La mayor prueba de esto se dio durante la época del terrorismo. Por varios años se cometieron crímenes atroces, de los cuales el gobierno y pueblo limeño pasó de largo. No fue hasta que los terroristas invadieron la capital en los 90 cuando se decidió hacer algo, no fue hasta Tarata, hasta los coches bomba, que la calma se disipó. Antes de eso, en Lima vivían tranquilamente, no como si hubieran asesinado a más de 15 mil personas en los últimos años, sino como una población cada vez más inhumana y con una mengua empatía, ya que no pudieron ponerse en los zapatos de la gente que sufría en el interior del país, sólo les brindaron su desprecio mediante la indiferencia. Hoy en día deberíamos ser capaces de hablar de este tema con, aunque sea, la mínima eficacia, pero pareciera que al peruano se le olvidara su propio pasado. Por ahí decía Confucio, Napoleón o cualquier otro a quien se le atribuya la frase; “El que no conoce la historia está condenado a repetirla”, algo parecido pasa con el Perú, pero muchos no conocemos nuestra historia porque no nos interesa, o porque no hemos logrado una incorporación en la comunidad. Y esto no sólo ocurre con la violencia, sino con varias situaciones político-económicas actuales, como lo que está pasando con Fuerza Popular, que decidimos ignorar.
En conclusión, la desinformación electiva, que nos trae como consecuencia la toma de malas decisiones, es el producto de la repugnante mezcla entre la indiferencia y la pereza. Nosotros tenemos un rol dentro de este intento de sistema democrático y debemos tomarlo con responsabilidad, si a mí, por ejemplo, me tocase votar en las siguientes elecciones lo tendría que hacer luego de haber estudiado mis opciones inteligentemente y no seleccionando al mal menor, porque al cometer ese error estoy contribuyendo al continuismo del gobierno anterior, que las cosas no mejoren y sigan más o menos en el mismo lugar. Para aspirar a un despertar político primero tendríamos que dejar de identificarnos como peligrosos observadores o críticos de temas ajenos, empezar a ver al prójimo de manera más solidaria y a construir un autoestima que nos permita velar por nuestros derechos. Reivindicarnos como actores del cambio que demandamos es el primer paso para volvernos ese país con conciencia global que queremos.