Revista Cultura y Ocio

'Una sombra en Pekín', de José Ángel Cilleruelo

Publicado el 14 julio 2011 por Carm9n @Carmenyamigos
'Una sombra en Pekín', de José Ángel Cilleruelo
Este pequeño libro, Una sombra en Pekín, lo descubrí a través de una reseña que de él hizo Rosalía, y que podéis leer AQUÍ. Supe desde ese momento que quería leerlo y tuve la suerte de que la Ediciones Traspiés me lo enviase un tanto inesperadamente (¡Muchas gracias!).
Acabo de cerrar el libro por segunda vez y me pongo ya a escribir esta reseña, ahora que todavía está viva la magia de su lectura. Cuando digo que lo cerré por segunda vez me refiero a que lo he leído dos veces seguidas, sin pausa, en un par de horas de esta tranquila mañana. La primera vez la lectura fue ávida, dejándome llevar por sus páginas, siguiendo una historia que me atrapaba. ¡Quería saber más! La segunda lectura fue, sin embargo, más pausada, saboreando cada una de las palabras que Cilleruelo va disponiendo poéticamente en el relato, y disfrutando de las bonitas ilustraciones de Juan Gonzalo Lerma que se intercalan en el libro.

'Una sombra en Pekín', de José Ángel Cilleruelo

José Ángel Cilleruelo


Nuestro protagonista, Wu Guî camina de vuelta su pueblo natal, Láng. Y mientras un hilillo de sangre corre desde la herida de la frente, y observa sus viejas manos, una vez delicadas y ahora deformadas por la artritis y la vejez, decide empezar a escribir su historia. Cuenta, como mesa de apoyo, con un abandonado y destartalado piano y, como libreta, con un viejo cuaderno de pastas de cuero, comprado hace años pero en el que todavía no ha escrito nada. 
Y comienza su historia con su bisabuelo, afinador de pianos como abuelo, su padre y él mismo, y nos presenta a Shâ Yú,  a quien tanto le cuesta recordar sin rencor, y nos habla sobre el amor, sobre la vejez, sobre las decisiones equivocadas, sobre la soledad,...
Una sombra en Pekín es una pequeña delicia, de unas 90 páginas, que se devoran. Su lectura produce un ligero cosquilleo, entre la ternura y la tristeza, y te dejas llevar, te dejas mecer por su cadencia, como la suave melodía de un afinado piano.  

'Una sombra en Pekín', de José Ángel Cilleruelo

Marcapáginas 33



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