“ Si nunca en nuestras vidas se hubiera cruzado lo fatal, esa maldita circunstancia, yo habría pasado la prueba como tantas otras mujeres. No digo que hubiera obtenido la mejor nota, tal vez la mínima necesaria. Pero allí estaría, siendo la madre que podía ser.
La maternidad está llena de pequeños fracasos que pasan inadvertidos. Hay madres que tienen suerte y la vida no las somete a ese tipo de pruebas. Yo sólo tengo una suerte pequeña.
Estoy otra vez en la Argentina. Después de veinte años. Pero aun así, entre mis pies y la tierra a la que vuelvo hay mucha distancia, todavía no toco ningún otro suelo que el de la propia nave. ¿Cuándo se vuelve? ¿Cuándo uno puede decir que pisó otra vez el suelo donde nació? ¿Cuándo uno está de regreso?
Después de veinte años una mujer vuelve a Argentina, de donde partió escapando de una desgracia. Pero la que regresa es otra: no luce igual, su voz es diferente. Ni siquiera lleva el mismo nombre. ¿La reconocerán quienes la conocieron entonces? ¿La reconocerá él?Claudia Piñeiro nació en 1960 en Buenos Aires (Argentina). Se licenció como contadora pública nacional en la Universidad de Buenos Aires y ejerció esta profesión hasta 1992. Hoy en día es escritora, dramaturga, guionista de televisión, colaboradora en diferentes medios gráficos y ha obtenido varios premios nacionales e internacionales por su obra literaria, teatral y periodística.
Mary Lohan, Marilé Lauría o María Elena Pujol -la que es, la que fue, la que había sido alguna vez- vuelve al suburbio de Buenos Aires donde formó una familia y vivió hasta que decidió huir. Aún no termina de entender porqué aceptó regresar al pasado que se había propuesto olvidar para siempre. Pero a medida que lo comprenda, entre encuentros esperados y revelaciones inesperadas, entenderá también que a veces la vida no es ni destino ni casualidad: tal vez su regreso no sea otra cosa que una suerte pequeña.
En 2003 quedó finalista al Premio Planeta con la novela policial “Tuya”. Además, la obra de Piñeiro ha estado estrechamente vinculada al teatro y es autora de las novelas “Las viudas de los jueves”, por la que que recibió el Premio Clarín de Novela (2005), “Elena sabe”, Premio LiBeraturpreis (2010), “Las grietas de Jara”, Premio Sor Juana Inés de Cruz (2010); “Betibú” (2011), “Un comunista en calzoncillos” (2013), “Una suerte pequeña” (2015) y “Las maldiciones” (2017), todas en Alfaguara.
¿De qué va la novela?
La novela trata sobre una mujer dañada (no rota, porque los daños siempre pueden repararse, recomponerse y un alma rota ya no tiene arreglo) Mary Lohan, que por motivos de trabajo debe regresar a Buenos Aires tras veinte años de ausencia.
Debería haber dicho que no, que no era posible, que no podía viajar. Decir lo que fuera. Pero no lo dije. Me di explicaciones a mí misma, una y mil veces, acerca de por qué, aunque debería haber dicho que no, terminé aceptando. El abismo atrae. A veces sin que seamos conscientes de esa atracción. Quizá no se trate de que haya aceptado porque no supe decir que no; tal vez, en el fondo, acepté porque quise. En un lugar íntimo y oscuro dentro de mí, allí donde ya no es posible conocerme a mí misma, yo quise. Incluso puede ser que lo haya estado esperando todo este tiempo. Mi propio abismo.
Muy poco a poco, como a pinceladas, la autora nos va contando algo muy grave ocurrido tiempo atrás, una tragedia que desencadenó que ella huyera de su país natal, lo abandonara todo y a todos. Y nos presenta delante de nuestras narices y en repetidas ocasiones un párrafo, este párrafo, para que nos dejemos llevar por la imaginación e intuyamos lo mucho o poco que tendrá que ver con ese suceso que le cambió la vida para siempre:
La barrera estaba baja. Ella frenó. Detrás de otros dos autos. La campana de alerta interrumpía el silencio de la tarde. Yo no le prestaba atención entonces, ese día, pero hoy la oigo, ahora, siempre. Una luz roja titilaba sobre la señal ferroviaria. La barrera baja, la campana de alerta y la luz roja indicaban que se acercaba un tren. Debía venir un tren. Sin embargo, el tren no llegaba. Dos, cinco, ocho minutos y ningún tren aparecía. En el asiento de atrás, los niños empezaron a cantar una canción que les habían enseñado esa misma tarde en el colegio.
A su vuelta todo está igual que antaño, la ciudad, el barrio en el que vivió tanto tiempo, el colegio y aunque ahora es una mujer totalmente distinta (hasta el nombre se ha cambiado) toda ella es una total contradicción: por una parte teme que alguien pueda relacionarla con el pasado, pero al mismo tiempo no puede evitar desear encontrarse con“EL” y no entiende y le duele que algunas personas que estuvieron muy cerca de ella, no sean capaces de reconocerla. Porque . . . ¿acaso puede un cambio físico modificar tanto la apariencia de una persona, como para convertirla en un ser invisible a los ojos de aquellos que alguna vez la apreciaron?
Hasta que por fin me doy cuenta de que en el fondo no estoy buscando a alguien que yo conozca sino a alguien que me reconozca a mí. A pesar de mi pelo rojo, de mi delgadez, de mis ojos marrones. Sin embargo en este caso no es el abismo que atrae, no es la sensación de peligro, de riesgo inminente, de revelación del engaño. Es otra cosa: yo hice todo para olvidarlos, los maté dentro de mí, ¿pero ellos también me mataron? ¿Nadie me ve? ¿Me habrá visto alguien alguna vez? Si no hubiera estado aquel día frente a la barrera, ¿me habría visto alguien?
Algo había oído hablar de esta autora argentina que según el jurado que hace muy poco (en 2019) le concedió el Premio Pepe Carvalho de novela negra en el festival BCNegra de Barcelona, es “todo un referente ético y literario para las letras de su país y fuera de él“, además de ser una escritora que "con línea clara, dibuja argumentos y personajes que generan preguntas sin respuestas fáciles o cómodas; construye buenas tramas y buenos personajes, elige temas importantes para su comunidad, usa tanto la acción y la denuncia, como el sentido del humor, y todo lo hace con una falsa facilidad que esconde esfuerzo, ambición y coraje". Y hacía tiempo que le había echado el ojo a esta novela que más de un@ me había descrito como bastante durilla.
Y sí..., el argumento es duro, por todo, aunque en este caso no hay violencia, ni sucesos macabros o sangrientos. La historia es dura por la situación tan horrible que vive la protagonista y que te lleva a contener constantemente la respiración, porque no puedes evitar sentir empatía con ella, con esa “mujer dañada” de por vida y ponerte en su situación, porque no puedes evitar preguntarte que habrías hecho tú en su lugar, en ese lugar tan oscuro en el que nunca querrías estar y sentir pena, rabia, por ella, por su dolor, porque crees que es injusto. Y plantearte ¿realmente es culpable de algo?
¿Cuánto daño puede ocasionar un dolor que existe pero que no tenemos permitido no sólo mostrar sino sentir? Todo el daño. Un dolor silencioso, clandestino, que lastima más que el que puede llorarse abiertamente.
Pero la vida es así, a veces te obliga a actuar de una manera u otra ante la misma circunstancia o a elegir entre dos caminos que pueden llevarte a situaciones bien distintas: a cosas buenas o sin consecuencias, pero también dicha elección puede conducirte al horror, a que la vida se te rompa en cuestión de segundos.
Pequeños actos en los que uno nunca repararía si no fuera porque se encadenan hasta provocar una desgracia.
Todo depende de esa decisión, de ese momento o de esos momentos encadenados surgidos unos a consecuencia de los otros, que en el futuro te llevarán a preguntarte ¿y si en vez de ese camino hubiera tomado otro distinto? ¿Qué habría pasado entonces? Preguntas a las que nunca obtendrás respuesta alguna.
¿Cuál es el momento que determina lo inevitable? Si la vida es una sucesión de hechos que se van dando uno a continuación de otro, ¿cuál de ellos, de no haber sucedido, podría haber impedido aquel horror?
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Mucho, me ha parecido una lectura deliciosa, una pequeña joyita literaria de esas que disfrutas y devoras rápido pero que te cuesta digerir, porque la sufres a partes iguales, pero con ese tipo de sufrimiento gozoso al que te conducen las historias conmovedoras. Esas historias que una vez acabadas, se mantienen muy presentes durante días y días, que reposan en tu mente y perduran en el tiempo.
Resumiendo: “Una suerte pequeña” es una buena novela cargada de emoción, de sentimientos, de puro dolor, con una protagonista que tiene muy pero que muy mala suerte. Toca temas como la culpa y la capacidad de perdonar y perdonarse a uno mismo por los errores cometidos, la maternidad y las distintas formas que tenemos las personas para encarar las situaciones adversas. Una novela que te obliga a ponerte en la piel de los demás y te invita a reflexionar sobre hasta qué punto se es o no se es culpable de un hecho puramente accidental, que tú no has desencadenado ni provocado.
Os la recomiendo, no os la podéis perder. Mi nota esta vez como no podía ser de otra manera, la máxima: