Al estilo de un corredor la terraza multiusos: en ocasiones miradero otras cafetería ora cenador; se extendía a lo largo de toda la fachada este del edificio. Artificializado el entorno en plena naturaleza lo ennoblecieron a base de maderos, forja, y piedra tratada; los trofeos de caza, las antiguas alfombras; daban un falso aspecto de residencia de campo señorial a la estancia mantenida al margen del tiempo, diría también que del lugar; pero con un sosegado resultado final acogedor.
La disposición de las mesas nos hacía mirar inevitablemente al jardín verde no de allí, especies no autóctonas, piscina, césped, duchas salvavidas y al fondo la sierra originaria; los gamos acostumbrados acudían para comer cuscurros de pan que el mozo de cocina les arrojaba desde la ventana; fresca como ajoblanco, la conversación… Quisimos robar la tarde aquella al tiempo y a lo que la vida nos negó, nada habría ocurrido de no haber estado, nadie nos hubiera notado ausentes allí…furtivos en nunca jamás. Pero los gamos y las hamacas saben; el robot limpiafondos de la piscina y el cromatismo de las advenedizas plantas, el absurdo postre nupcial que nos ofrecieron… son cómplices nuestros… sucedió.
- Tienes la misma mirada, una poco más triste quizá y tu ojo derecho tiende a cerrarse solo - la miré sonriendo. El camarero recogió el servicio - ¿Número de habitación? - Pregunto.© f. buendía.