Y siendo temporada de frutas como la fresa yo creo que venía que ni pintado meterlas naturales, ¿verdad? Yo este año he congelado incluso cestas para poder hacer helado de fresa natural. El año pasado no pude hacerlo y me dió muchísima rabia así que he sido previsora y si veo que no las uso para helado lo mismo caen en confitura, ya veremos.
¿Os gusta el queso? En realidad da igual. Ahora mismo mi hija Leyre se está comiendo un vasito y según ella lo aborrece, jijiji. Si os fijáis pasa una cosa curiosa con el queso cremoso en recetas, ¡nadie se da cuenta de que llevan queso! ¿No os pasa con el cheese frosting? Adquiere una textura dulzona con el azúcar glas y si encima lo saborizamos ya ni os cuento... Decimos que lleva queso por decir. Pues esta receta es exactamente igual, lleva queso pero cualquiera diría que no...
¿No os parece un postre ideal de cara al verano? Cenas en casa con amigos y el postre ya fresquito en la nevera esperando al momento de ser servido... ¡Genial! A mi me ha encantado. Además es una receta fácil, fácil! Y os aseguro que absolutamente deliciosa.
Estos botecitos míos son reciclados, originariamente eran botes de yemas de espárragos. Me parecieron tan ideales cuando los ví que los guardé por si algún día los usaba para hornear, ¿qué os parece?
Ya véis que se puede usar un bote de cristal para el horno sin problema eso si, a una temperatura un pelín más baja de lo que habitualmente ponemos y lo mismo podríamos hacer un bizcochito del sabor que nos guste y una vez estuviera frío ¡ponerle la buttercream!
Atreveros a experimentar, ¡merece la pena! ¡Hasta la semana que viene!.
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