Destetar. Que palabra tan fea!
Mejor una teta con final.
Con final feliz.
Y tu naciste, y mi vida desde entonces pendía de ti, y en mi dolor encontré una guarida, la de amamantarte y ser parte de tuya, imprescindible, porque cada gramo de tu ser soy yo, porque cada paso tuyo es mi recta final, nada me preparó a la vida que me has regalado. Nuestro lactario ha sido el mundo, nuestro te quiero silencioso. Mamar, Mamá, Amar. Tres palabras que se han llenado de significado gracias a ti.
Esta es la historia de un princeso y su mamá. Quedará en los anales familiares nuestros 41 meses de teta, 41 meses de experiencia maravillosa donde los haya.
Sé que cuando se habla de lactancia se termina entrando en pros y contras, teta vs biberón, hoy no, no voy a convencer a nadie, ni voy a vender nada, ni quiero que nadie se sienta discriminado, que no sirva como arma arrojadiza porque esta es simplemente nuestra historia.
La historia de una teta con final feliz, con un destete, natural, sin lágrimas, sin traumas, sin tristeza… Porque también el final de una etapa forma parte de la maternidad, y si dar de mamar es una forma de amor dejar de hacerlo, no implica dejar de dar todo ese cariño y ese calor, simplemente es cambiarle la forma, pero sin dolor, sin tristezas, porque ha de ser sólo camino.
Nuestra lactancia comenzó con muy mal pie con un bebe enfermo y unos médicos que decidieron con tres negarnos nuestro derecho a estar juntos. Con una madre asustada y triste, que pese a todo o tal vez por ello, decidió sacarse leche a mansalva por si mi pequeñín escondido entre cristales decidía aprovecharla.
A fuerza de sacaleches, cabezonería, y muchos días pegados a los cristales de una incubadora, donde tocarte era una dicha, conseguimos una producción decente.
Salimos del hospital, con biberones, malas posturas, mal agarre, frenillo, dolor, pezoneras… No. No soy una madre mártir, pero si soy una mujer decidida, y había decidido intentarlo, pese a todo.
Yo, que unos meses antes no quería dar el pecho, que me podía la vergüenza, el pudor, el desasosiego…
Hay estudios que hablan de que los niños con LM son mas sanos, nosotros fuimos la excepción que confirma esa regla, tal vez por eso nuestra teta significaba tanto.
Es simplemente la forma en que la naturaleza me regalo la posibilidad de decirte te quiero cuando aun no me entendías, cuando aun no hablábamos el mismo idioma. Cuando temía perderte.
Ese es nuestro resumen, 41 meses de TE QUIEROS.
Juntos hemos superado muchas cosas, pegados, abrazados, conectados por nuestro hilo invisible lácteo. Hemos tenido malos ratos también, agitación.
Pero los momentos buenos, superan con creces a los malos.
La has compartido con tu hermana, en tándem, con generosidad, me habéis regalado momentos mágicos.
Todo tiene un comienzo y un fin, si nuestro inicio fue arduo, nuestro final ha sido dulce y nos deja buen sabor de boca.
Crecemos acompasados, mi princeso ha crecido, ya no es mi pequeño bebe, es un niño que me sorprende y deleita día a día.
El camino ha sido largo, pero lo hemos llevado con comprensión, paciencia y tiempo, sin prisas. Comenzamos hace meses, despacito, con las tomas nocturnas, haciéndome la dormida para alargar unos minutos, o diciéndole que esperase cinco minutos, no negando, pero tampoco ofreciendo.
Cambiando tetadas por abrazos, besos, mimos, charlas…
Han sido meses, de contar… mamá una tetita de diez, de cinco, de dos…
Si iniciáis el proceso os puedo decir desde mi experiencia, no cambiéis la tetada por otra cosa que no sean cariños, mimos, abrazos, besos, no convirtáis ese momento en una oportunidad para adquirir nuevos hábitos que tarde o temprano haya que abandonar, dejar el pecho no significa sustituirlo, es simplemente crecimiento, amable, natural, sin forzar, madurez… Respetando sus tiempos y los tuyos…
Empatizando mutuamente con vuestras sensaciones y sentimientos.
No hemos derramado ni una lágrima, ni el ni yo, aunque tengo sentimientos encontrados, de alegría porque mi niño crece a pasos de gigante, y de tristeza, porque esos pasos son muy largos y casi no alcanzo a seguirle por el mundo.
Este ha sido un fin y un adiós, a mi bebé, aunque siempre te sentiré así, a mi niño frágil y diminuto, a mi primer milagro en el mundo.
Nunca nada ni nadie me ha hecho sentir tan importante, amada y necesitada, como tú, como nuestra teta. Nos ha sobrado el mundo, tú y yo juntos, sin necesitar mas que aire…
Este es un comienzo y un hola, a mi niño grande. A mi compañero de risas y charlas, una bienvenida a nuevas formas de decir te quiero, a tus abrazos y besos y arrullos…
Se nos ha acabado la teta, continuamos descubriendo el mundo. Te amo.