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Hablar de literatura contemporánea en nuestro país, es hablar de Carlos Ruiz Zafón, pues ha conseguido en poco tiempo eso que algunos llaman, la carrera del éxito, o lo que es lo mismo, pasar de escribir libros para jóvenes a firmar novelas para el gran público. Pasar de publicar tímidamente su primera novela, a celebrar cada una de sus publicaciones como un nuevo récord de ventas. Y eso, con lo tergiversado de la industria y sin ser un pez gordo del cotarro, ya es suficiente.
Dado que hace poco dedicamos unas líneas a ‘La sombra del viento’, su primera novela si dejamos a un lado los cuatro títulos que firmó para un público más juvenil, hemos decidido dedicarle también una mención a la continuación de la serie ‘El juego del ángel’, que en sí misma es una historia independiente, aunque se entremezclen todos los caminos que ya anduvimos en la anterior entrega.
Barcelona sigue siendo el escenario lóbrego y taciturno que acompaña a los personajes, pero damos un salto temporal y nos ubicamos unos años antes de la historia que vivimos junto a Daniel y Fermín. La retrospectiva nos lleva a otra narración basada en la literatura y el placer, a veces autodestructivo y esclavizante, de amar a los libros por encima de todo.
David Martín es el protagonista de este cuento, denso, largo, mucho más compacto y dimensional de lo que ya había sido ‘La sombra del viento’. Huérfano y con el veneno de la literatura en el cuerpo, su historia, es una historia de búsqueda y redención. Cautivadora y cruel. Centrada a principios de siglo, expone de manera concisa los pormenores de la sociedad burguesa, su relación con la prensa, los coletazos de un mundo editorial funesto y corrompido y la duda existencial, entre el amor y la amistad, el respeto y la traición.
Martín no puede amar a quien quiere y no ama a quien debe. Tampoco puede escribir como quiere y escribir como querría no le permitiría seguir queriendo a las cosas que ama. Pero hay mucho más. Hay un cruce de itinerarios con la primera novela, leve, circunstancial, pero fundamental, para ir atando cabos de lo que ya leímos.
‘El juego del ángel’ es en realidad una gran odisea y como tal, aglutina aventuras, intriga, venganzas, diferentes escenarios, viajes y conspiraciones. Saltamos en el espacio y en el tiempo, desde Barcelona a París, de la ciudad a la montaña y en su devenir, el protagonista no sólo debe luchar contra sus demonios interiores, sino que además debe lidiar con su propia versión del diablo que le tienta y le corroe.
Sin querer entrar en una sucesión de spoilers que no nos lleve a ninguna parte, pues el lector deberá descubrir cada uno de los matices que encierra esta historia, que nos permitirá regresar a la vida de Daniel Sempere, aunque sea de soslayo y entender que en este nexo que es el Cementerio de los Libros Olvidados, todos los caminos conducen al mismo sitio y todos los finales tienen un principio común.
Podría decirse que es una novela más completa, más amplia, en la que el flujo de la narrativa nos conduce a un lado más tenebroso de la historia. Si en ‘La sombra…’ el mal lo representaban personas, en ‘El juego…’ su impronta es más sobrenatural y todo en el libro nos evoca un corte más fantástico que en la primera novela. Jugar con los géneros es algo que le gusta al autor y ese juego le permite embaucar al lector con una eficaz mezcla se recursos, si bien la historia de David Martín, acaba perdiendo cierta credibilidad en sus momentos finales (con ese epílogo transcendental en extremo y tal vez algo confuso), lo cierto es que el nuevo episodio – ‘El prisionero del cielo’ – intentará reconducir la ficción hacia un punto en el que confluyan de manera consistente, el mundo mágico y el tangible, no dejando en ningún momento de ofrecer una novela realista y creíble.
Un encargo maldito, un editor fantasmagórico, una historia de amor a dos bandas, la pérdida y el perdón, son algunos de los ingredientes que os encontraréis en esta novela impresdindible.