No es bueno estar en el poder en tiempos de crisis, pero tampoco lo es estar en la oposición. A Zapatero no lo quiere casi el 80% de los españoles, entre ellos el 67% de quienes votaron PSOE en las pasadas elecciones. Lo dice una encuesta que publicó ayer La Vanguardia y que va a dar bastante que hablar.
¿Alegrías para Rajoy entonces? Qué va, ni mucho menos. El líder del Partido Popular es repudiado por un 70% de los encuestados, entre los que se encuentran más del 52% de sus propios votantes. Como para tirar cohetes.
¿Nos hemos vuelto locos entonces? Para nada, simplemente estamos hartos de una clase política inoperante que, lejos de buscar soluciones para el país, languidece contemplándose al espejo mientras el resto de los ciudadanos lo pasan rematadamente mal.
En Sevilla, sin ir más lejos, no nos cansamos de escuchar la inoperancia de un gobierno municipal agotado, sin ideas y al que todo le sale mal. Con políticos así no llegamos a ninguna parte y los ciudadanos comenzamos a hartarnos de pagar siempre los platos rotos.
En una entrevista publicada en El País, Mariano Rajoy deshojaba la margarita y, por fin, nos permitía vislumbrar una parte de sus planes. Como era de esperar, sus recetas son más de lo mismo pero en dosis mayores. El liberalismo obliga y se ha fijado en el plan de ajuste aplicado por Cameron en el Reino Unido. La pérfida Albión siempre como modelo, faltaría más. Los jirones que quedan del Estado del bienestar empiezan a tener sus días contados.
Sin embargo, la interpretación que hace de dicho plan y su aplicación en el caso de España dista bastante de la realidad. Lo que quiere decir que Rajoy improvisa tanto como Zapatero y que en realidad no tiene ninguna alternativa válida que le diferencie de las políticas que ha aplicado el socialista. Sencillamente porque Zapatero se ha limitado a aplicar políticas propias del Partido Popular. Como si le hubiera robado la cartera en un regate prodigioso.
Tal vez por eso les ha faltado tiempo a los populares para salir a la palestra y prometer endurecer aún más sus propuestas, una vez que el líder ha dado manga ancha, y se han apresurado a vaticinar nuevos recortes sociales, por mucho que ese señorito de la política llamado Arenas nos quiera vender ahora la burra de que no es así. En vez de una, dos tazas.
Con estas mimbres afronta el país más azotado por el paro de toda Europa la crisis económica más catastrófica de la Historia. Como para no perder la esperanza. Lo peor de todo es que ese brutal desencanto, como nos pasa siempre, se quedará en eso, en una triste y solitaria cifra olvidada en las entrañas de una encuesta. Para llorar y no parar.