He publicado en mi Facebook una foto del pasado viernes en la Biblioteca Nacional en Madrid. Participé en una conferencia en la que expliqué cómo se desarrolla una campaña de marketing del miedo tomando como ejemplo la que se ha realizado para impulsar la vacuna contra el virus del papiloma humano, que tan de actualidad está, por desgracia. Otras campañas de este tipo están en marcha pues dicha práctica es una de las estrategias que están utilizándose con asiduidad y por sistema en el ámbito sanitario actual para promover nuevas pruebas diagnósticas y tratamientos. “Mercados” como el de la osteoporosis, el cáncer de mama o el de próstata, por poner algunos ejemplos así lo atestiguan.
A principios de este mes ofrecíamos una información, ampliada en Discovery DSalud por mí mismo en el ejemplar que está ahora en los kioskos, sobre la contaminación de la vacuna contra el virus del papiloma humano con adn recombinante del VPH cuyas consecuencias son inciertas, según todos los científicos a los que hemos consultado, alguno relacionado con altas instituciones de farmacovigilancia.
Días después supimos que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha autorizado una nueva indicación de la vacuna, en este caso de la marca Cervarix, fabricada por el laboratorio GlaxoSmithKline, que “pasa a estar indicada en sujetos a partir de 9 años de edad”. Es decir, la Agencia rebaja la edad de aplicación ¡en medio del escándalo que supone todo lo que está sucediendo con esta vacuna! cuando lo honesto sería aplicar una moratoria en su financiación por el sistema sanitario público pues este preparado, muy caro además (en torno a los 500 euros el pinchazo), está incluido en el calendario vacunal (que recuerden que no es aplicación obligatoria en nuestro país, en Argentina para mayor gravedad la vacuna VPH es obligatoria).
La opinión pública debe saber que son muchas las jóvenes que están sufriendo trastornos neurológicos y enfermedades autoinmunes causadas por esta vacuna, enfermedades que en algunas ocasiones les incapacitan para llevar una vida normal. Los efectos adversos son numerosos y aunque en la práctica, los laboratorios implicados los niegan, en la actualidad están recogidos en las fichas técnicas. La Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP) se pregunta cuántas víctimas más van a ser necesarias para que de una vez por todas prime el sentido común de quienes nos gobiernan y sean capaces, de una vez por todas, de asumir sus errores al autorizar esta vacuna y los corrigan.
Por todo ello, ayer me preguntaba si hay alguien investigando los daños de la vacuna VPH, porque es responsabilidad de la AEMPS y no me consta que lo esté haciendo, más bien está preocupada por abrirle mercados a los dos laboratorios fabricantes a costa de la salud de nuestros hijos.
Más info en el libro La salud que viene que explica la campaña de marketing del miedo llevada a cabo para aplicar esta vacuna.