Hoy hace nueve años que empezó la guerra de Afganistán. Esa guerra que comenzó con la operación: Libertad duradera, como respuesta a los atentados del 11-S de 2001.
Su objetivo, conviene recordarlo, era la conquista de Afganistán por las tropas americanas e inglesas, en principio –luego se fueron uniendo de otras nacionalidades, incluida la española—, con el fin de encontrar y acabar con Bin Laden y derrocar el régimen talibán puesto que apoyaban a los terroristas de Al Qaeda.
Bueno pues ayer se ha sabido que el gobierno títere afgano, comandado por Karzai –cuya legitimidad está en entredicho al haber ganado dos elecciones fraudulentas— está pactando el fin de la guerra con los talibanes. Ya me dirán ustedes si para este viaje se necesitaban alforjas.
Bin Laden, desaparecido y sin tener ni idea de su paradero, los talibanes campando por sus lares como si tal cosa, y las tropas extranjeras haciendo un paripé que no sirve para nada y jugándose el tipo. Mientras Al Qaeda moviéndose y actuando con toda libertad.
Bueno, pues ahora a los nueve años, USA y la OTAN se dan cuenta de que no ha servido para nada y tratan de salir, lo más airosos posibles de ese país, que dejarán en manos de quien detentaba el poder a su llegada, los talibanes, sin haber obtenido nada salvo 2219 bajas militares (de las que 94 son militares españoles) y centenares de heridos. Además de miles de muertos y heridos civiles, en su mayoría afganos.
Si no fuera por el balance tan lamentable y fúnebre de esta guerra, me acordaría de las guerras de Gila, donde los enemigos se intercambiaban armas o se ponían de acuerdo para atacar. O también de José Mota, por aquello de que a esta guerra: “si hay que ir, se va; pero ir por ir”.
Todo esto se veía venir y, sin embargo, mientras algunas potencias han reducido o retirado las tropas allí presentes, en España, como somos más papistas que el papa, hemos elevado la cifra de soldados presentes en la guerra hasta 1579.
Entonces, ¿de qué ha servido estos nueve años de guerra además de para contabilizar muertos y heridos? Pues puede haber varias respuestas:
- En el caso de España y otras potencias menores: seguir fieles al gran Imperio, sin mirar si procede o no.
- Ensayar armas y aumentar los gastos en armamento para complacencia de las grandes multinacionales armamentística y de los principales Estados exportadores.
- Entrar en el mercado del opio, siempre interesante por su rentabilidad.
- Poner en acción a los ejércitos, que de no ir a una guerra, cada vez tendrían menos razón de ser.
- Reavivar (sobre todo en USA) los instintos nacionalistas e izar la bandera patriótica en lo más alto.
- Concentrar todas las fuerzas contra el gran enemigo común y hacer olvidar otras contiendas y otros problemas graves.
En fin, este gobierno español, seguidista de USA y de la OTAN, al que se le ha pedido, desde muchas instancias, que volvieran las tropas afganas, al final las hace regresar con el rabo entre las piernas, de la que llaman “una misión de paz” cuyo balance ha sido de 94 muertos, hasta ahora, y docenas de heridos.
Otra más en el activo de Zapatero, que para cumplir la promesa de la vuelta de tropas de Irak, tuvo que compensarlo enviando tropas a una misión imposible: Afganistán.
Salud y República
P.D. Con lo que el Estado español ha gastado en Afganistán (se calcula que casi 5.000 millones de euros, en seis años), se podría haber evitado bajar el sueldo a los funcionarios, congelar las pensiones y dejar como estaba la ley de dependencia. Pero no me hagan caso, esto debe ser demagogia.