Todos queremos tener una vida con más sentido y propósito, y eso solo llega a través de la responsabilidad personal, con la decisión de aprender y evolucionar, con el compromiso de seguir progresando, de crecer y aportar.
De hecho, no hay sentimiento más frustrante y que nos haga sentir un profundo vacío como saber que no estamos siendo lo que podemos ser, que no estamos haciendo lo que podríamos hacer. Sentir que estamos desperdiciando la vida es realmente doloroso; o cuando tenemos la sensación de que el tiempo sigue pasando y algo se nos está escapando. Entonces, la vida pierde sentido, sentimos que estamos sobreviviendo, que no estamos haciendo que el tiempo cuente.
Cuando estamos haciendo lo correcto, si sentimos emociones positivas, entonces estamos llevando a cabo las acciones que nos acercan hacia eso que queremos (estamos progresando). Sin embargo, cuando sucede todo lo contrario es porque estamos haciendo algo que no debemos o no estamos haciendo lo que necesitamos hacer para avanzar hacia eso que queremos (y nos sentimos atascados).
1. Propósito de vida y enfoque: ¿están alineados?
Podríamos decir que el sistema de emociones positivas y negativas nos está indicando si estamos en el camino correcto, y esto en gran parte depende de aquello en lo que nos estamos enfocando, algo que también enseñaba el gran Viktor Frankl.
El budismo de alguna forma enseña que el mundo que se manifiesta ante nosotros, el mundo que vemos, nuestras emociones y la percepción de nuestra vida, en gran parte está condicionada por aquello en lo que nos enfocamos. Con lo cual, si cambiamos el enfoque de eso a lo que estamos prestando atención, cambia nuestra visión del mundo, cómo vemos las cosas y nuestras emociones.
De ese mismo modo si lo que está dominando nuestra atención, nuestro enfoque y nuestra conversación es un problema, y estamos todo el día hablando de él y se convierte en el monotema que secuestra nuestra atención en vez de estar pensando en alternativas y soluciones, ese enfoque nos arrastra en una espiral de negatividad que nos roba la energía, la esperanza y la ilusión.
Por eso es esencial tener claro y definido en lo que enfocarnos, y es la razón por la cuál es tan importante tener objetivos, metas, un sueño, un plan, todos los elementos que nos ayudan a dirigir nuestra atención hacia lo que aspiramos, los elementos que generan la motivación y la emoción positiva. Nuestro cerebro necesita objetivos, algo valioso hacia donde dirigirnos.
2. Ahora pregúntate: ¿cómo te gustaría que fuese tu vida?
Lo primero es mirarse al espejo y ver si ya soy como quiero ser, si ya soy como un día imaginé que podría ser, si ya he evolucionado y me he convertido en la mejor versión posible de mi mismo. ¿Estoy siendo, pensando o sintiendo como me gustaría? ¿Me estoy comportando con disciplina, estoy siendo fiel a mi mismo? ¿Estoy siendo un ejemplo de transformación y evolución personal, o estoy culpando al mundo por cómo me siento y por mi situación?
El objetivo es transformarnos a nosotros mismos y no al mundo. Ese es el trabajo: mirar hacia dentro antes de mirar hacia fuera.
Entonces ¿cuál es tu meta, cómo te gustaría que fuese tu vida, como quieres vivir? Esa es la primera pregunta que debemos responder.
Cuanto mejor sea esa meta y ese objetivo en el cual enfocarnos, cuanto más clara, definida y trascendental sea esa meta, más significado tendrá nuestra vida, mayor sensación de dirección, propósito y sentido tendremos.
2.1 Crea tu imagen aspiracional
Probablemente la meta más valiosa y transcendental, la que nos ayuda a vivir una vida con más propósito y sentido, es cuando diseñamos una imagen de nosotros mismos a la que aspirar, una visión que nosotros mismos admiremos. Es la imagen de cómo me gustaría ser, cómo me gustaría comportarme, cómo me gustaría sentirme, lo que me gustaría hacer y dónde quiero llegar.
Crear esa imagen aspiracional, esa versión mejorada de ti mismo, es como un destino al que llegar, es como un faro de luz que ilumina y te indica el camino. Poco a poco comienzas a caminar en esa dirección, y en ese trayecto es cuando comenzamos a crecer y somos más felices, cuando la vida tiene mucho más sentido porque sientes que estás acercándote hacia eso que puedes llegar a ser, estás avanzando hacia un propósito superior.
Este es el objetivo principal del proceso de la actualización personal, esa visión es lo que debemos desarrollar porque funciona, porque es inspiradora y porque nos hace ser mejores personas.
3. Desarrolla un plan para mejorar y expandir tu potencial
Parte de nuestra capacidad cognitiva, intelectual, está influida por lo mucho -o poco- que aprendemos. Podríamos decir que cuanto más lo hacemos, más en forma está nuestro cerebro, más aumenta nuestro conocimiento, adquirimos más cualidades y nuestro nivel de confianza mejora. Y es lógico: en ese proceso nos sentimos mejor, más positivos, porque esa evolución aumenta nuestro potencial, nos sentimos más capaces, nos ayuda a mejorar nuestra actitud y nuestro bienestar emocional. Además, eso se refleja en los resultados externos.
El conocimiento es como un fluido en nuestro cuerpo, es como un río que fluye a favor de forma positiva, y cuando no hay aprendizaje el fluido se estanca, y lo que se estanca se pudre. Por eso necesitamos un plan para seguir mejorando y expandiendo nuestro potencial.
Además, el sentimiento positivo también surge cuando tenemos la sensación de estar aprendiendo, evolucionando, cuando estamos floreciendo. Podríamos afirmar que nuestro propio desarrollo personal nos ayuda a sentirnos más felices.
No traiciones a tu destino porque pocas cosas hay tan dolorosas y que provoquen tanto vacío como saber que nos hemos abandonado, que no hemos aprovechado nuestra vida.
Tú mismo y el mundo necesita de esa otra versión de ti, esa que puedes llegar a ser, lo necesitas tú, tu familia y todas la personas que están a tu alrededor. Al final, tú debes ser el héroe de tu propia historia.
Fuente: https://javieririondo.es/2014/02/19/proposito-de-vida/
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