Algo está ocurriendo en el fútbol actual. Desde hace años se viene anunciando que el mundo del fútbol es un sinfín de intereses económicos. Últimamente no hay más que ver a Jorge Mendes. No me sorprendería que tuviera próximamente un busto en Madrid.
Tengo la sensación de que a los aficionados se nos engaña con las pretemporadas. Adulteradas, conducidas, materialistas, interesadas… Recuerdo aquellos veranos repletos de torneos veraniegos nacionales, estadías en la montaña o en la costa e invitaciones locales a clubes extranjeros.
Ahora, esto queda para los equipos más modestos. Los grandes se limitan a hacer caja. Para el técnico, es una pretemporada casi inútil. Hay más sobrecarga, viajes, jet lag, cambios de clima… Ese cambio se está produciendo a pasos agigantados.
No hay más que ver al Barça. Por cosas como éstas, se entiende la postura siempre prudente de Guardiola. No hablar más de la cuenta, no conceder entrevistas, huir de contratos largos… El técnico culé ha mostrado su desaprobación por estas giras mediáticas.
“Nos tenemos que replantear las pretemporadas y las competiciones. Tenemos que valorar las opciones que hay si nos quitan a los jugadores y planificar las pretemporadas de otra forma para que lleguen lo mejor posible. No es culpa de nadie, todos buscan sus ventajas y conseguir sus beneficios, pero la proxima pretemporada nos lo miraremos mejor para que no vuelva a suceder esto“, claro y contundente.
Hay alguien que muestra cordura en el fútbol moderno. Quizá se trate de una figura denostada, anticuada. Un soñador, un amante del fútbol, un trabajador responsable que mira por los intereses de sus jugadores.
Ojalá me equivoque, pero quizá el soñador no comprobará cómo será su próxima pretemporada en Can Barça. Su estilo choca con la filosofía mercantilista que impera en el fútbol. Al fútbol le hace falta una vuelta de tuerca para no perder a estos soñadores.