Revista Cultura y Ocio

Unas letras para Vaqueiro

Por Antoniobarba
Ángel Vaqueiro

Ángel Vaqueiro

Cuesta mucho escribir en pasado de una persona que siento tan presente. La noticia del fallecimiento del periodista Ángel Vaqueiro, mi exjefe, mi compañero, mi amigo, es de los peores titulares que podía encontrarme en el periódico en el que pasé varios años de mi vida, El Progreso, de Lugo. De Vaqueiro recuerdo su profesionalidad, su bonhomía, su retranca tan singular, su saber hacer, su dulzura. Vaqueiro tenía la paciencia y la generosidad de acogernos a todos los jóvenes periodistas que íbamos llegando al periódico, y de trasladarnos su saber y su experiencia. Él era apenas unos años mayor que los recién llegados, pero tenía un aura de maestro de periodistas aunque no lo quisiera y posiblemente me hubiera reñido cariñosamente si se lo hubiera dicho a la cara en lugar de escribirlo con tristeza hoy aquí. Vaqueiro siempre tenía una palabra amable, siempre una sonrisa, siempre una mano tendida y dispuesta a ayudar. Recuerdo muchos ratos vividos con él, muchas risas, muchos buenos momentos y momentos menos buenos pero que él sabía sobrellevar con su humor y torear con su retranca. Hace muchos años ya que me fui de Lugo, pero he ido sacando tiempo para echarle un ojo a la versión digital de El Progreso, que él llegó a dirigir, y a su blog Letras Vaqueiras, en donde plasmaba lo bien que escribía y lo acertadamente que describía desde su óptica tan personal todo lo que le rodeaba, ya fuera más o menos lejano, porque nada le era ajeno a Ángel Vaqueiro. No me olvidé de su presencia, a pesar del tiempo y de la ineludible distancia. Solo tenía 54 años. La noticia de su muerte ha desatado un eco amplio de dolor que no es de extrañar, porque no creo que haya nadie que haya tratado a Vaqueiro que no se pueda sentir conmovido por esta pérdida. Vaqueiro fue, es y será. Cuesta mucho escribir en pasado de una persona que noto tan presente, y cuyos recuerdos forman parte del mejor futuro.


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