Revista Cultura y Ocio

Unas reflexiones sobre la existencia (y no existencia) de mi última novela

Publicado el 22 marzo 2020 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Unas reflexiones sobre la existencia (y no existencia) de mi última novela Empecé a escribir mi novela “Caminaré entre las ratas” en julio de 2014 y la di por finalizada en enero de 2017. Me dediqué a buscar editorial para ella a partir de enero de 2017 y conseguí que un editor me diera su visto bueno en diciembre de 2018. Su fecha de edición iba a ser a finales de 2019. En el mundo editorial es habitual que los plazos se alarguen, así que su fecha definitiva de aparición ha sido marzo de 2020. Dos años y medio para escribirla, dos años para encontrar editor y un año y cuatro meses esperando para que se publique. De un modo inesperado e inoportuno, más o menos la llegada de la novela desde la imprenta al almacén de la editorial ha coincidido con el cierre de comercios en España, entre ellos las librerías. Así que a día de hoy, “Caminaré entre las ratas” es una novela nebulosa, una novela que se debate entre la existencia (ya hay ejemplares físicos del libro) y la no existencia (no se puede comprar en una librería).
Empecé a escribir “Caminaré entre las ratas” poco después de cumplir cuarenta años. Me dije entonces que ya era el momento de escribir una novela ambiciosa. Quería escribir una novela donde cupiera todo lo que yo sabía de la vida: quería hablar de lo público y de lo íntimo; del mundo laboral, de la familia, de la religión, del sexo, de la amistad, de la política, del amor, del sueño artístico… Mis modelos eran esas potentes voces narrativas del mundo norteamericano, los personajes de las novelas de Saul Bellow o Philip Roth. Como Roth, quería hablar de todas las facetas de la vida de un hombre. También quería hablar de sexo y decadencia como Michel Houellebecq, mi modelo europeo para este libro. Pensé que para ser ambicioso necesitaba serlo al menos en el número de páginas que iba a escribir. Ser un escritor de aluvión, a lo Thomas Wolfe. La versión final de la novela que mandé, durante dos años, a las editoriales era de 152.000 palabras; en un formato de libro convencional, con la letra no demasiado pequeña, podemos estar hablando de una novela de unas 500 páginas. En el formato de Carpe Noctem (la editorial que publica el libro) ocupa 343 páginas. Trabajando con los editores, acabé suprimiendo unas 20 páginas de la versión final. Además, el formato de Carpe Noctem es de página amplia y permite que no se necesite un número excesivo de ellas para publicarla, lo que ha jugado a mi favor aquí.
Les propongo, queridos lectores del blog, un sencillo y prosaico cálculo: en una editorial convencional un libro de 150 páginas cuesta unos 15 €. Si el libro tuviera 450-500 páginas debería tener un precio (descontando los costes fijos de las tapas) cercano a los 45 €. Todos sabemos que los libros de 450 páginas no los venden, normalmente, a 45 €, sino a unos 24. ¿Se entiende que para un editor publicar un libro con un gran número de páginas es un problema comercial? En los viejos tiempos del blog de El lector Malherido, Alberto Olmos especulaba sobre una idea curiosa: ¿por qué los nuevos autores de lengua española no escribían novelas largas?, ¿por qué no tenían esa ambición que pudo tener en su momento Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa? Una posible respuesta a la pregunta es que las novelas largas son discriminadas por los editores. Alguna de las editoriales medianas a las que envié el manuscrito me lo confesaron directamente: al abrir el archivo y ver su extensión pasaron a analizar otra propuesta. Yo esto ya lo sabía (al fin y al cabo estudié Empresariales) antes de empezar a escribir este libro y no me importó. Las leyes del mercado no iban a frenar mi ambición. En cierto modo, el mercado editorial penaliza la ambición literaria (o al menos la ambición literaria de los escritores no consagrados).
“Caminaré entre las ratas” está ambientada a finales de 2013 en Madrid, y trata sobre la última crisis económica del país (2008-2014). Esta idea amplia y social está entremezclada con la crisis personal que atraviesa un hombre a punto de cumplir cuarenta años. Las ratas del título representan, como símbolo expresionista, los sinsabores que tuvieron que soportar muchos ciudadanos por aquella época, además de la angustia creciente que sufre el protagonista. Hablo del tejido empresarial madrileño y de los riesgos del sexo a través de internet, por ejemplo; o de la presión de la familia sobre el individuo o de los estereotipos.
Hablaba antes de la extensión del libro, algo que no tiene por qué implicar calidad artística, por supuesto. ¿He conseguido escribir un libro similar a los de Saul Below, Philip Roth o Michel Houellebecq? La respuesta es que no. Lo he intentado y he fracasado. Como ocurre siempre en un empeño artístico. Lo decía Roberto Bolaño: «El artista pone sobre la mesa su vida, sabiendo de antemano, además, que va a salir derrotado. Esto último es importante: saber que vas a perder.» Considero que no merece la pena sentarse a escribir una novela sin tener verdadera ambición, un esfuerzo pequeño solo ha de conducir a resultados pequeños. Uno debe empezar a escribir un libro como si fuera capaz de llegar a los logros de Pastoral americana o Herzog. Y uno debe saber que siempre va a fracasar. Pero un esfuerzo grande puede conducirnos a un fracaso menor. Esta vez creo haber caído desde más alto. Esta vez he fracasado más, he fracasado mejor.
Unas reflexiones sobre la existencia (y no existencia) de mi última novela
Empecé con el blog en 2009. Comento desde hace casi once años un libro a la semana. Las reseñas me sirven para reflexionar sobre lo leído, y que así mejore mi propia escritura. También, por supuesto, para hablar de libros con otros lectores. Además de lo expuesto, otro motivo para abrir el blog fue tratar de promocionar mi propia obra. En 2009 pensé que si alguien me seguía en el blog, alguien que pensase que hablaba con propiedad de libros, cuando aparecieran los míos podría sentirse interesado por ellos. Las estadísticas del blog son buenas, con una media actual de unas 400 visitas diarias y más de 1,3 millones en total. Pero la trasferencias de visitantes al blog a personas que comprar mis libros es ínfima, irrelevante. Alguna vez he reflexionado sobre esto, ¿por qué no funciona conmigo el escaparate del blog como funcionan para otras personas sus cuentas de Instagram o sus redes sociales? He pensado que se debe a que el lector de Desde la ciudad sin cines es un lector que cree en las categorías literarias y que da una importancia fundamental a la editorial en la que aparezca el libro. He pensado que si consiguiera que alguna de mis novelas apareciera, por ejemplo, en Anagrama, sí la comprarían los lectores del blog. Sí pensarían entonces que lo que yo he podido escribir merecería la pena. Entonces sí que se podrían transferir de un modo significativo las visitas al blog a la venta de mis libros.
No voy a ser yo quien diga que los libros de Anagrama son malos, porque no lo son. De hecho, pienso que su nivel es muy alto, y eso siempre me hace tratar de esforzarme más para escribir mejor. Pero también me apetece hoy contaros algo, estimados lectores del blog, que normalmente callo. A mí me ha ocurrido que he escrito a editoriales para pedirles libros que reseñar y me los han mandado gratis y encantados. Luego les he comentado a estas mismas editoriales que había acabado una novela y que si se la podía enviar y me han dicho que sí. Lo he hecho y nunca me han vuelto a contestar nada sobre ella. No me la han rechazada, simplemente nunca más se supo. A los seis meses les he pedido otro libro de los que han publicado para reseñar y me lo han enviado gratis y encantados. Les he preguntado entonces por mi manuscrito y no me han contestado. Yo soy el chico del blog que reseña sus libros, el envío de mis manuscritos tiene lugar, entonces, en otra dimensión paralela e irrelevante. La persona que "sabe leer" los libros no puede ser la misma que "puede escribirlos", parecen indicarme. He tratado de conseguir también para este libro una agente literaria. Ninguna me hizo el menor caso. Una de ellas me pidió que le resumiera la trama y las intenciones narrativas de “Caminaré entre las ratas” en tres folios. Lo hice. En esos tres folios expliqué que esta novela era una novela total, una novela que hablaba sobre lo social y lo íntimo, sobre todo lo humano y todo lo divino. La respuesta fue clara y escueta: «No lo vemos para nosotros». Es una respuesta literal, sin leer el libro. Por supuesto, mis sueños y mi ambición pueden chocar con la realidad, pero ¿cómo tras leer un resumen de tres páginas sobre una novela que te dicen que habla sobre todo lo divino y todo lo humano se puede decir que eso no encaja con el perfil de libros que buscan? Creo que era más bien yo, y no mi novela, quien no encajaba con el perfil de escritores (y no de libros) que buscaban.
Os sigo contado, queridos lectores del blog, que tras una semana de confinamiento en mi casa, de dar clases a mis alumnos de forma online, me siento desatado. Durante estos once años de blog, he estado en alguna fiesta de escritores. No en muchas, pero sí en algunas. He observado en ellas que los escritores más punteros suelen ser personas muy sociables, personas que parecen dedicar más tiempo a las relaciones sociales que a leer y escribir; personas que de forma frecuente quedan con otros escritores, con editores… en el tiempo que yo estoy en casa leyendo y puliendo mis manuscritos invisibles. Yo en esas fiestas he sido el chico introvertido de siempre, aquel al que en el instituto le costaba relacionarse y se quedaba en casa leyendo y escribiendo. Es sorprendente ver en las fiestas de escritores cómo, en gran medida, los más exitosos son aquéllos que siguen siendo los reyes que fueron en el instituto. A los dieciocho salían mucho, a los treinta y ocho escriben libros, que es una actividad de repente prestigiosa. En gran medida, las técnicas para convencer de lo bueno que es lo que has escrito a los treinta y ocho son las mismas que usaban para ligar a los dieciocho en la discoteca. «El mundo es para los que nacen para conquistarlo y no para los que sueñan con conquistarlo», decía Pessoa. Los que no alcanzamos el prestigio literario, en más de una ocasión se debe a que no tenemos el suficiente talento, pero también y –paradójicamente– a que perdemos demasiado tiempo leyendo y escribiendo. Luego (sigo con Pessoa) nos dedicamos a llamar a la puerta de una pared sin puerta.
Llevo once años escribiendo reseñas en este blog. Nunca he puesto anuncios, no sé si se gana mucho con ellos o migajas, pero me parecía que los anuncios lo iban a afear. Empecé soñando con que los lectores del blog se iban a sentir interesados por mis libros cuando los publicase, independientemente de la editorial en la que saliesen, porque considerarían que mi esfuerzo por interesarlos era honesto. Mis editores de Carpe Noctem (a los que nunca vi en las fiestas de escritores y editores) han puesto su dinero para publicar un libro extenso en el que han creído. Todos los ejemplares de “Caminaré entre las ratas” descansan en un almacén. No sabemos cuándo podrán llegar a las librerías, ni si cuando lleguen se venderá alguno. Le he dedicado a “Caminaré entre las ratas” dos años y medio de escritura y reflexión. He sido honesto en esta novela, me he dejado la piel en esta novela. El libro no está en librerías, pero se puede comprar por internet. Es posible que aún no haya llegado a las plataformas grandes como Amazon o La Casa del Libro, pero se puede comprar en otras más pequeñas como Agapea Libros, que lo ofrecen con un 5% de descuento y sin gastos de envío. El otro día yo compré mi propio libro en Agapea, para ver si era real, para comprobar si existía, y me llegó en menos de 24 horas. Me fue entregado por un señor que cumplía con todos los requisitos de seguridad antivírica. Quizás, querido lector de Desde la ciudad sin cines, si te han gustado los contenidos de este blog durante tantos años, y has pensado que eran de calidad, que quien los escribía sabía de qué estaba hablando, éste sea el momento de creer en las personas y no en las categorías literarias y corresponder a lo que yo te he podido aportar con el gesto de comprar y leer mi último libro, el más ambicioso de todos los que he escrito. Aquí dejo el enlace a Agapea: https://www.agapea.com/David-Perez-Vega/Caminare-entre-las-ratas-9788494863257-i.htm Si lo tienes en consideración, muchas gracias por ello, amigo.

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