Revista Cultura y Ocio

Unas vacaciones peculiares

Por Isabel Martínez Barquero @IsabelMBarquero
UNAS VACACIONES PECULIARES
En los díascalurosos del verano, cuando todos están de vacaciones o sueñan con ellas, a mí me basta, una vez que he comido y no he de volver al trabajo, con ponerme en el patio a la sombra, en una semi oscuridad fresquita al amparo de la morera y muy cerca del jazminero, que los mosquitos son crueles y no tengo vocación de mártir. Tumbado en la hamaca, cierro los ojos y recuerdo los paisajes refrescantes que he visto a lo largo de mi vida. Asciendo por montañas preñadas de verdor, descanso en prados bendecidos por el rocío, bordeo manantiales que sacian mi sed y camino por las arenas finísimas de playas de ensueño. Todos los días viajo a lugares ignotos sin moverme un milímetro. Lo que no me explico son las agujetas que me martirizan por la noche o el bronceado playero que se acrecienta día a día. Mi mujer me mira con ojos suspicaces, mis hijos callan y silban, mi suegra maldice por lo bajo y mis compañeros de oficina bromean sobre supuestas escapadas en las tardes ociosas y lentas. Me fastidian con sus actitudes maliciosas o desconfiadas, así que he decido que es más que posible que un día no regrese de mis ensoñaciones. No será por mi culpa, sino por la del recelo que se ha generalizado en torno a mi persona. 

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